calderilla

lunes, 14 abril 2008. Estoy llegando a casa de mis padres. Se me acerca Víctor, a quien hace años que no veo. Sin saludarme siquiera, me dice que se alegra de que dejara las drogas, que él también las dejó y ahora está muy bien. No sé de qué me habla, pero no digo nada. Víctor se pone de espaldas y rebusca algo en los bolsillos. Cuando se da la vuelta, se ha convertido en Luciano y me tiende dos monedas. Son dos monedas turcas muy brillantes y muy bonitas. Una tiene agujero en el centro. ¿No querías dos monedas que sumaran 10? Lo dice con una sonrisa tan grande, que no le llevo la contraria. No tenías que haberte molestado, le digo. Es sólo calderilla, dice.