chándal

martes, 23 diciembre 2008. Alberto se prepara para ir a trabajar. No se ha tomado el café y ha dejado la tele encendida. Hay revistas sobre el sofá. Sale de casa con prisa. Salgo a la terraza y le grito que ha olvidado el paraguas. Me hace un gesto de desdén con la mano y lo veo entrar por la parte de atrás de un cine. Vuelvo a gritarle: ¡El paraguas! Pienso que quizá mi grito haya interferido en la película, y me hace gracia. Me doy cuenta de que estoy en la calle. Llevo una bolsa pequeña de plástico y dentro de la bolsa un sobre para Luciano. Miro la calle desde una barandilla en alto, pero no veo ningún estanco. Una chica en chándal se me acerca. Pienso que no hay cosa que me guste menos que un chándal, y al pensarlo, me doy cuenta de que llevo un chándal igual al suyo. Camino hacia casa. La chica se pega a mis pasos. Un hombre, al fondo de la calle, explica a la policía que la chica del chándal le ha robado su basura. Pienso que van a confundirme con ella. Paso de largo dejando atrás al hombre y a la policía. De quien no consigo deshacerme es de la chica.