yeti y pijama manoto

martes, 27 enero 2009. Una especie de Yeti enorme me persigue por calle Cister. Al llegar a la Plaza del obispo, les digo a tres hombres que se den prisa porque va a alcanzarlos. Los tres llevan un mono azul y no se dan ninguna prisa.
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A la puerta de Carrasquilla, la tienda que había frente a la primera casa de mis padres, han sacado un mostrador a la acera. Todos los que pasan se paran a tomar una tapa, cada uno lleva un vaso de su propia casa. Elena Matamala me pregunta si Odila tuvo hijos. Dos, le digo. ¿Y tú?, pregunta. Tengo una hija de 17 años, le respondo. Siento una vergüenza enorme porque en realidad me refería a que mi hermana tiene 17 años. En vez de darle explicaciones, me despido y desaparezco lo más rápido posible.
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Mi hermana sale de la cama con un pijama hecho jirones. Me llama la atención que el pijama sea uno que tenía yo de niña, estampado con pajaritas de papel, y que la luz de la habitación sea azulada. La escena tiene un tono irreal. Mi madre aparece con un montón de ropa recién planchada y le regaña por haberse puesto el pijama "manoto", pero no le dice nada sobre que va medio desnuda. Le hago señas para que se tape, pero parece que nadie puede verme.