andén

jueves, 19 febrero 2009. Al entrar en la estación del Cercanías me quedo dormida de pie. Pierdo el tren y me siento en el suelo a esperar el siguiente. Un grupo de cien policías ocupan una grada y se ponen a cantar. Después forman una rueda en el andén cogidos de la mano. Le pregunto a unas chicas policía para qué hacen eso. Piden menos horas de trabajo. Mi abuela también está sentada en el suelo. Me pide que la acompañe al servicio. El andén es ahora un camino de arena que lleva a un mirador desde donde veo una playa con piedras grandes y brillantes. Siento no poder bajar a coger alguna. Para volver debemos bajar por unos peldaños pegados a la pared, sin barandilla. Quiero decirle que tenga cuidado, pero la voz no me sale. Baja con la ligereza de una niña, mientras yo me quedo colgada de un brazo de uno de los peldaños sin saber cómo bajar. Desde allí la veo sentarse en un sofá, delante de la tele, feliz.