shopping

martes, 3 marzo 2009. Paredes altísimas de cartón, las golpeo con los nudillos y aparecen zapatos exquisitamente ordenados por colores. Pablo me pregunta si busco algo en especial. Un bolso, le digo. Me da una cartera marrón que no hace juego con ninguno de mis zapatos. Trato de explicarle que, además, ya tengo dos carteras de cuando mi madre era joven y que las he transformado en bolso bandolera. Pero Pablo ya no me oye, está atendiendo a Ayllón que acaba de llegar.
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Paso por delante de unos tenderetes donde venden pañuelos y chales de distintos países. Demasiado llamativos para mí, pienso. Paso de largo por delante de ellos, muy rápido, como si llevara ruedas en los pies.