libros primos y día del manga

martes, 18 agosto 2009. Un hombre me pregunta por el número 18 de una calle. Veo que estamos a la puerta del 15. Pienso que el 18 estará justo en frente, cruzamos, pero los números de las casas no siguen ningún orden. Tomando cinco números de cada acera, trato de hallar la secuencia lógica aplicando fórmulas matemáticas. Nada. El hombre dice que es culpa de los libros primos. ¿Números primos? No, libros primos, repite y abre una furgoneta cargada de ladrillos. Los ladrillos tienen páginas. El hombre abre uno y me cuenta una historia sobre el número 7 y los árabes. Le digo que acaba de inventársela porque las páginas del ladrillo están en blanco.
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Estoy en una librería con las paredes de piedra, la decoración imita a un castillo. El chico de la caja da la salida con un silbato. Los clientes corren de un lado a otro cogiendo todos los cómics que pueden, después se ponen a la cola. Yo estoy junto a la caja. A cada uno le cobra sólo tres aunque lleven más de veinte y, además, les regala una figura manga. El chico de la caja me mira y me da una figura. Le doy las gracias pero le digo que no la quiero porque no conozco al personaje, que mejor se la dé a alguien que vaya a apreciarla. Una niña pequeña me la pide, dice el nombre del personaje y en qué libro aparece. Cuando se la doy, el pelo de la niña cambia de color de felicidad. El chico de la caja me pregunta si me gustan los niños. La librería se ha convertido en un restaurante y tres chicas, entre ellas mi amiga Salud, me están esperando para cenar. Salud tiene el pelo muy largo y pelirrojo, lleva un vestido con adornos plateados y dorados. Las otras chicas también visten ropa extravagante, pienso que se han disfrazado para celebrar el Día del Manga.