fotomatón

miércoles, 18 noviembre 2009. Cruzo un descampado de rastrojos secos hacia una carretera. La carretera no tiene arcén, tengo que subirme a los quitamiedo de los laterales para que no me atropellen. Los quitamiedos están tan altos que uso para subir una cuerda que cuelga de una polea que cuelga de la rama de un árbol. Un hombre tosco y sucio en camiseta interior aparece comiendo un enorme plato de espaguetis. Con la boca llena, me dice que la polea es suya. No me dice directamente que le pague, pero me indica con la mirada que entré y me haga unas fotos en sus cabinas de fotomatón. Junto a la carretera hay un pasillo larguísimo de cabinas. Casi todas están ocupadas, así que sigo caminando y cuando llego al final del pasillo, corro para escapar de allí. Una chica me señala con el dedo donde debo ir, pienso que me indica la parada de tren, pero acabo en el mismo descampado de rastrojos secos de antes.