proserpina en la orilla

sábado, 10 julio 2010. Muy cerca de la orilla hay una jaula enorme llena de granadas de cerámica. Intento sacar alguna. Juan sale del mar, trepa por la jaula, coge una granada y me la da sin mediar palabra. Después vuelve al mar. ¿Volveremos a vernos?, le pregunto a gritos.
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Agustín me cuenta que está preparando un viaje. Cada vez que lo miro lleva una mascarilla de distinto color puesta en la cara. Deja la piel como la seda, dice. Mientras tanto Alberto le dice a una chica que hay detrás de un mostrador que coja al azar alguno plano y allí nos iremos de viaje. Deseo para mis adentros que saque el plano de Berlín, pero la chica saca el de Grecia.
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Hay cierto caos en la cocina de la casa de mi suegra. Hay muchos cacharros por fregar, como si hubiera habido una fiesta. Mi madre quiere ayudarme, pero no quiero que se estropee las manos. El fregadero está atascado. Meto la mano y saco puñados de arroz. En otra habitación dan de comer a una señora muy gorda que está tumbada boca abajo en una cama. Según le van dando de comer, ella mastica y lo escupe. Mi madre me explica que es un nuevo método para no engordar.
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Me veo a mí misma subir la cuesta de Carrión muy cansada y con el pelo muy largo. Sobre la casa de Daniel hay dos luminosos, uno de cuatro estrellas de neón y otro con cuatros bes.