escondite

sábado, 28 agosto 2010. Oigo la voz de mi madre y me levanto de un salto. Me pongo un vestido directamente sobre la piel y, sin lavarme la cara ni peinarme siquiera, la sigo por el pasillo. Ella va vestida como para una fiesta. No reconozco a mi madre. No reconozco la casa, las habitaciones que veo a los lados del pasillo están tan desordenadas como si hubiese pasado un tornado. Me doy la vuelta sigilosamente y vuelvo a mi dormitorio, lo atravieso andando por encima de la cama y me escondo detrás de las cortinas. Sé dónde estás, dice mi madre cantando como si jugáramos al escondite.