bañera gigante

sábado, 18 septiembre 2010. El salón de la casa de Héctor es una bañera gigante. Hay amigos comunes sentados a su alrededor. Duende, su hijo, corre de un lado a otro. Pienso que va a resbalar y caer. Como si Héctor me leyera el pensamiento, apunta hacia él con un mando a distancia y el niño se convierte en un bebé que aún no sabe andar. En el suelo hay trozos de papel que alguien ha roto en pedazos. Los uno y miro a Camilo. Son mis poemas, dice, los he roto porque sé que no te gustan. Hago un puzzle con ellos cambiando el orden de las palabras. Ahora sí, le digo.