dos terrazas y un caballo

jueves, 9 diciembre 2010. Una niña corre hacia la barandilla de una terraza. Corro detrás de ella, pero no llego a tiempo y cae. A los dos segundos, una de mis tías se tira con los brazos en cruz. No quiero mirar. Entro en lo que parece la casa de mi abuela y le digo a mi madre lo que ha pasado. No salgas a mirar y llama a una ambulancia, porque si miras no podrás olvidar nunca esa imagen, le digo. Me asomo a la calle y veo los cuerpos destrozados. El de la niña se mueve. ¡La niña está viva!, grito.
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Me asomo desde la terraza de casa y veo una gran fiesta en el jardín, junto a la piscina. Un tipo vestido de negro, que se parece a Coque Malla, me saluda. Me pregunta cómo está el caballo. Claro, el caballo, pienso. En la casa no hay muebles, sólo una alfombra. Por eso me parecía tan grande la casa, porque falta el caballo, pienso. Intento recordar qué pasó con el presunto caballo. Me caí y se escapó, concluyo. Unos policías entran en casa, dicen que cierre las cortinas y me tire al suelo porque hay pelea en la calle. ¿Ya que están aquí puedo hacerles una pregunta?, les digo. Si el caballo no tenía chip délo por perdido, me dicen sin que llegue a preguntarles nada.