semillas de amapola y té verde

domingo, 11 septiembre 2011. Estoy en una habitación vacía. Sólo hay un catre grande y cuadrado frente a una ventana. En el suelo hay moqueta. Todo es del mismo color. Sobre la cama hay esparcidos cientos de semillas de amapola. Albert llega, deja una escopeta sobre la cama, se sienta. Parece muy cansado. Ten, le digo ofreciéndole semillas de amapola pegadas a la yema de mis dedos.
+
Alberto y yo estamos en una tetería. El dueño aparece con una radio militar colgada al hombro. Dice que estamos invitados, que podemos beber todo el agua que queramos. Alberto pide un té verde, yo bebo agua. Le explico que ya tomé café por la mañana y un té no me dejaría dormir. A mi lado hay un saco de castañas que pelo con muchísima facilidad. Comienzan a llegar amigos y familiares, se sientan a nuestra mesa que, por arte de magia, va haciéndose cada vez más grande. Hablan de ordenadores y virus informáticos. Me aburro.