despertar

lunes, 17 octubre 2011. Amanezco en una casa destartalada. Blanco, con una cafetera en la mano dice que los 700 euros han volado. Pshh, dice haciendo un gesto con la mano libre. No sé de qué me habla y no me atrevo a preguntarle si entonces no podrá volverse a Eslovaquia. Una chica regordeta sale del cuarto de baño envuelta en una toalla minúscula. Me pregunta cómo he dormido y, antes de que le responda, dice que ya sabe que mal porque me oyó limpiar la cocina de madrugada. Tampoco sé a qué se refiere. Al entrar en el cuarto de baño veo que la ducha está sobre un pilar alicatado y es imposible ducharse sin golpearse la cabeza. Por la ventana veo llegar a Juan en un coche. Conduce a toda velocidad, a su lado corre Jurdi para llegar el primero. Ambos dan un frenazo. Salgo a saludarlos. Juan lleva el maletero lleno de láminas y postales con cuadros de Dalí. De repente recuerdo que no me he duchado. Como es un sueño, pienso, puedo hacer que aparezca un grifo donde yo quiera. Efectivamente, toco una pared y por arte de magia aparece un grifo.