zanahorias

lunes, 12, diciembre 2011. Pablo y yo estamos tumbados sobre un colchón que hay en el suelo en la habitación que daba al jardín, de la casa de mi abuela. La ventana está abierta y entra el aire fresco y los sonidos de la siesta. Todo es muy agradable, la luz, la temperatura. Miramos al techo, decimos algo y nos reímos. Pasamos así un buen rato sin hacer ni decir anda importante. Todo es muy ligero. De vez en cuando, por la ventana, vemos pasar a un tipo refunfuñando de un lado a otro con un manojo de zanahorias en la mano, agarradas por los tallos.