cavernícolas

martes, 7 febrero 2012. Un grupo de cavernícolas sale de un portal dando alaridos. Se supone que van a darle una paliza a alguien. Un niño sale tras ellos. Lo paro, le pregunto si de verdad quiere ir. El niño se encoge de hombros. Le digo que no necesita ese recuerdo, que si va con ellos, quizá esa imagen violenta le venga a la cabeza de mayor en el peor de los momentos. El niño asiente. Lo abrazo. De repente ya no estamos frente a su portal sino en una biblioteca. Le cuento que puede llevarse libros a casa, leerlos y devolverlos luego. El niño me mira asombrado.
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Mi prima Cristina quiere que le corte el pelo. Después de pensármelo durante un rato, le corto un mechón de la coronilla y lo pongo sobre la mesa. Ella se lleva las manos a la cara y grita: ¡Noooooooooooooo!
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Estoy en una clase destartalada, un chico muy joven con el pelo afro explica el significado de una palabra. Alguien levanta la mano desde el fondo de la clase. Me parece reconocer a Xoán Abeleira (aunque nunca lo he visto en persona). Begoña no ha podido venir porque le duele un tobillo, dice. Ese no es el tema de hoy, aclara el chico del pelo afro. Una chica pregunta cómo se llaman las partes retorcidas que dividen a una salchicha de otra cuando van en una ristra. Ese tampoco es el tema de hoy, repite el chico con cierto cansancio.