playa barnizada

viernes, 28 febrero 2014. Camino con una niña. Tengo la sensación de tener que entretenerla durante unas horas. Vamos por una especie de cueva artificial en forma de tubo con ventanas que dan al mar. Las rocas de la orilla parecen ciudades. Mira qué bonito, le digo. La niña vuelve la cabeza hacia el paisaje, pero con los ojos cerrados. Al fondo de la cueva hay una playa enorme. La luz es más marrón que rojiza por culpa de los cristales ahumados de las ventanas. Da pena. Vamos a coger piedras, le digo a la niña. La niña me mira con gesto socarrón. Al ir a coger una piedra me doy cuenta de que están incrustadas en cemento y después barnizadas. ¡Qué triste todo!, exclamo. La niña cruza los brazos y me mira con desprecio.

amigas al cubo

jueves, 27 febrero 2014. Al fondo de la calle, delante de lo que parece la entrada a un hotel, hay un cubo blanco de mármol que a veces brilla y otras vece nos. Begoña y yo caminamos hacia él mientras hablamos. Tengo la sensación de que si llegamos al cubo tendré que despedirme y cualquiera sabe cuándo volveremos a vernos. Intento caminar cada vez más lento sin que ella se dé cuenta.

un paso atrás

sábado, 22 febrero 2014. Estoy con Camilo en la barra de un bar. Una chica llega y se coloca entre nosotros, bebe de su vaso. En la pared hay un espejo grande inclinado hacia delante. Doy un paso atrás y le voy dando instrucciones a Camilo, a través del espejo, de lo que debe decirle a la chica para no espantarla.
+
Hemos viajado hasta una ciudad donde se juega la final de un partido de fútbol. En el sueño consta que nos ha costado mucho conseguir las entradas y una plaza en el autobús. La ciudad está llena de aficionados con camisetas. Alberto y yo llegamos con un grupo y entramos a un bar. El camarero habla en francés. El bar es de madera oscura, nos sirve unas jarras de cerveza de dos litros. Por la ventana veo entrar a los aficionados al campo. Doy aviso, pero el grupo prefiere quedarse en el bar. Llegaremos a tiempo para la segunda parte, dice alguien. No comprendo nada. Mientras todos beben yo miro por la ventana y escucho la celebración de los goles.
+
Entro en mi antigua habitación en la casa de mis padres. Todos los recuerdos que guardaba en un armario están desperdigados por el suelo, hay que tener cuidado para no pisarlos. Pienso en que me costará mucho ordenarlos. Aparece Juan, se ofrece a ayudarme. Entre los dos terminaremos en cinco minutos, dice remangándose. Cojo una escoba y barro todos los recuerdos, sobre todo juguetes de niña, y los meto en una bolsa de basura.

bárbara in pink

viernes, 21 febrero 2014. Juan Luis no ha dejado su casa. Es una casa enorme en mitad de una urbanización con colinas y curvas. Cuando salgo al jardín veo que también nos ha dejado al perro, un perro pequeño muy peludo. Alberto dice que no lo deje entrar en casa. En una de las habitaciones hay una mesa enorme y otra mesa más pequeña. En la mesa grande está Cumpián, corrigiendo unos poemas. Los poemas van pegados con fixo en las esquinas de una páginas de cartulina negra. ¿Son tuyos?, le pregunto. ¿Tú me crees capaz de maquetar algo así?, responde. Llega Bárbara con una vestido rosa en una percha, sube a la mesa pequeña y ensaya para nosotros su última performance. El vestido lleva plumas sobre el pecho y van cayendo según declama. Lleva el pelo largo y rizado tipo afro. Está preciosa. Un policía aparece por la cristalera y nos observa usando las manos como si fueran prismáticos. Dice que tendremos que pagar una multa y meter los contenedores en el jardín. Lo atendemos amablemente. Cuando se va rompemos la multa y Bárbara vuelve a su ensayo. Total, la casa no es nuestra.

rebaño cuadrado

domingo, 16 febrero 2014. Conducen a unos niños como si fueran un rebaño. Van muy pegados unos a otros, los azuzan, dejan atrás una nube de polvo. El rebaño forma un cuadrado casi perfecto. Pienso en el niño que va en el centro, completamente rodeado.

biblioteca noruega

miércoles, 12 febrero 2014. Entramos en una biblioteca, aunque en vez de libros hay cojines por el suelo y gente que lee revistas. Alberto se acerca al mostrador, el chico niega con la cabeza a todo lo que Alberto le pregunta. A ti no te gustan los libros, ¿verdad?, dice Alberto. Toda la sala se ríe. Dos chicas se acercan a nosotros para felicitarnos como si aquello fuera el mejor chiste de la historia. La chicas son noruegas (se parecen a las de la película que vimos anoche), me extraña entenderlas. Les cuento que estudié francés hasta los quince años y después pusieron inglés en el colegio. Todo lo que decimos les hace mucha gracia.

ducha y granizo

martes, 11 febrero 2014. Salgo de una habitación en pijama, con toda mi ropa apretada y arrugada contra el pecho. No reconozco la casa, tiene techos altos y me resulta fría y desordenada. Entro en lo que se supone es un cuarto de baño, aunque hay sillas de salón de actos, una mesa de madera grande sobre una tarima y, detrás, una pizarra. Junto a la tarima hay un plato de ducha sin mampara ni cortina. Me ducho a pesar del frío. me ducho muy rápido para irme de allí lo antes posible. Entra Gallero, saluda con la mano como si nada y se acomoda detrás de la mesa, como si fuera a comenzar una clase. Le pregunto si tiene alguna toalla. No tiene. Me visto con el cuerpo aún mojado.
+
Mi madre me pregunta por teléfono si iré a la fiesta. No sé de qué fiesta habla. Le digo que acabo de despertarme, que no encuentro mi ropa, que empiecen sin mí. Han llegado unos libros para ti, dice. Escúchalos, dice. Oigo cierta música a través del teléfono. Tengo, de repente, delante una ventana y veo el patio de la casa de mi abuela cubierto de granizo.

abrigos de piel

sábado, 8 febrero 2014. Mi suegra quiere ir a la fiesta de nochevieja que da el Rey. Dice, incluso, que ya hablado con ellos, que abajo hay un coche esperándonos. No sé a qué se refiere al decir ellos, pero no pregunto. Abre el armario del pasillo y dice que le saque un abrigo. Este no, este tampoco, va diciéndome según le voy enseñando. Quiero el de visón, dice. De repente el armario está lleno de abrigos de piel, por más que le enseño abrigos no le gusta ninguno. Recuerdo que el de visón se lo llevó mi cuñada. Los abrigos que no quiere van amontonándose en el suelo. Miro el reloj, son las doce y diez. Ya se habrán comido las uvas, pienso. Me da pena empezar así el año, pero no le digo nada y sigo enseñándole abrigos.

bar picante

viernes, 7 febrero 2014. Omar quiere enseñarme un bar donde ponen comida muy picante. Dentro hay una laberinto hecho con paneles de cartón pluma. Cada panel lleva un nombre. Son taquillas, me explica, pero las cosas de cada uno están en el suelo. Veo una pulsera plateada muy tosca. Dice que es la taquilla de niño (no recuerdo el nombre). Vende pulseras. Al ir a probármela se convierte en una moneda del tamaño de la palma de mi mano. Al fondo hay pequeños altares. Una señora va poniendo un sujetador en cada uno. Son sujetadores muy vistosos, de blonda fucsia o de leopardo. Lo miro todo en silencio. A las puertas del bar, dos hombres disfrazados piden hacerse fotos con todo el que sale. Intento escabullirme.

zapato de claqué

jueves, 6 febrero 2014. Estamos en una especie de trinchera. Pablo ha perdido una bota y alguien le presta un zapato que parece de claqué. Se pone encime una bolsa de plástico, imagino, para que no se le ensucie. Dice que mejor me quede en retaguardia, porque nunca se sabe. Asomo la cabeza por encima del montón de tierra y veo que la trinchera está acristalada como si fuera una terraza, con ventanas de aluminio. Me llama la atención que los cristales estén tan limpios, incluso me veo reflejada. Me asombra la melena rizada que me llega hasta los hombros. No me reconozco. ¿Tanto tiempo llevamos aquí?, pienso.

cenizas

lunes, 3 febrero 2014. Tres hombres muy zafios caminan detrás de mí. Doy vueltas absurdas para comprobar si me siguen. Me siguen. Uno me pregunta qué llevo en el bolso. El bolso es una cartera de mano plana amarilla. Para tratar de disuadirlos le digo que llevo las cenizas de mi marido. Ni por esas.

narices verdes

domingo, 2 febrero 2014. Alberto y yo asistimos a un congreso. A la entrada nos dan una identificación y nos dicen que busquemos un sitio en las gradas. Las gradas tienen cojines de colores, para subir hay que pisarlos. Nada más sentarnos, dicen por megafonía que comienza la media hora de bar. Me extraña que usen términos tan coloquiales. En el bar, una chica reparte narices de payaso verdes y nos obliga a que nos las pongamos. Dice que es la única manera de evitar el contagio de gripe. Un chico nos entrega un cubo del tamaño de un dado, dice que ahí están todas las ponencias y han conseguido que aparezcan todos. ¿Quienes son todos?, ¿todos los médicos?, pregunto. No, todos los seres humanos tengan o no que ver con la medicina, incluso hemos incluido a Miley Cyrus, dice orgulloso.