tortitas

sábado, 31 diciembre 2016. Estoy en la casa de mis padres y empieza a llover. Por alguna razón tendí ropa en la terraza de la vecina. Salgo a recogerla. La casa está llena de gente desayunando. Se supone que la vecina ha convertido su casa en un hostal. También hay ropa que cuelga de las paredes del cuarto donde desayunan. La recojo intentado no molestar. Oigo sus conversaciones. Hablan de que la ultraderecha ha vuelto a ganar y los nazis llegarán pronto. Pienso que lo mejor sería irme a otro país. Como si pudiera leerme el pensamiento, un hombre dice satisfecho que habrá muchos que tengan que irse a otro país, pero, ¿a cuál? Se ríe a carcajadas dando a entender que todos están en el mismo bando. Su hija, una niña muy pequeña, dice con la boca llena de tortitas: ¡Los nazis son lo mejor!

bata blanca

miércoles, 28 diciembre 2016. Al borde de la acera hay una orilla que más bien parece de estanque que de mar. Una mujer golpea a mono enorme. Cuando reúno el valor para acercarme, la mujer me dice que me aleje, que es un experimento científico. Como la mujer lleva bata blanca, la creo. La cabeza del mono está abierta en la orilla. La mujer dice que aquello no sirve para nada y se va. El mono comienza a cobrar vida, el cerebro se nutre de ese agua sucia y comienza a levantarse. Huyo. Voy dando aviso a todos lo que me encuentro. Me escondo en una casa que he encontrado abierta. Oigo a la gente correr y gritar por las calles.
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En la casa de mis padres hay dos niñas que no me suenan de nada. Pienso que si están allí, serán de la familia. Las dos tienen el pelo rubio muy rizado. Una se queja de que su madre le hace daño al peinarla. Le digo que usen acondicionador, que yo lo uso y me va muy bien. Eso habrá que demostrarlo, dice una. Voy al cuarto de baño y me meto en la ducha para hacer una demostración. Acondicionador no hay, y la botella de champú está cortada, como si fuese un vaso, y al abrir la ducha se llena de agua. Las cortinas de la bañera se me pegan al cuerpo, me da mucho asco. En ese momento de querer librarme de ellas, entra mi padre. Acuérdate de encontrar el coche de tu hermana, lo robaron anoche, dice.

viaje familiar

martes, 27 diciembre 2016. Llego a la casa de mis padres y todo es un caos. Están preparando las maletas para ir de viaje a China. No comprendo nada. Mi madre dice que todos soñamos con ver, en algún momento de nuestras vidas, una estupa. En China no hay estupas, le digo. Además, la estupa más grande de Europa, está cerca de casa. Se da la vuelta contrariada y se pone a llover de repente. Le digo que me marcho. En el fondo me molesta que no me hayan invitado a ir con ellos, porque también van mis primas, sus maridos y los niños. Corro escaleras abajo para no tener que esperar al ascensor. Llueve, no tengo paraguas.

cuadros y flores

lunes, 26 diciembre 2016. Estoy en un jardín. Hay sillas blancas de plástico, como si fuera a hacer un concierto o una charla al aire libre. Veo un escenario con una pantalla, pero no le presto atención. Me dedico a mover el pie, a rozar con la punta del zapato, unas ramas que sobresalen de un seto. Me pregunto si algo así será la eternidad, repetir conscientemente un gesto sin posibilidad de cambio. Decido que si fuera así, estaría conforme con ese gesto al sol para siempre. En el propio sueño me sorprende pensar en la posibilidad de otra vida porque nunca he creído en nada. De repente, entre las sillas, aparece Cumpián, que me saluda muy cariñosamente. Me alegro mucho de verlo, aunque no comprenda por qué se ha puesto unos bermudas de flores con una camisa de cuadros.

elena

domingo, 25 diciembre 2016. Me asomo a la ventana de la cocina y en vez de la iglesia hay un edifico. Pienso en que he perdido intimidad, en que quizá la solución sea hacerme amiga de todas las personas que vayan a habitarlo, y así me importaría menos que me vieran desde sus ventanas. Una chica rubia muy guapa se asoma en camisón. Me saluda sonriente. Es mi sobrina Elena.

volver

sábado 24 diciembre 2016. Parece que vuelvo de un viaje aunque no recuerdo haber estado en ningún sitio. En el aeropuerto revisan todo lo que llevo a la llegada. Les digo que no voy, que vuelvo. La chica policía me dice muy sonriente que deje todo lo que llevo en el bolso sobre la mesa. ¿Qué es eso?, pregunta. No lo sé. Abrimos la funda y veo una cámara de fotos cuadrada que jamás había visto. Tienes que decirme la clave, dice. Me invento cuatro números. La chica los apunta y me dic que puedo pasar. Llego a otro control. Un hombre negro con un montón de teléfonos sobre la mesa, dice que tengo que esperar mi turno. Le explico que no voy a ningún sitio, que vuelvo. Me doy cuenta de que me he dejado la cámara en el primer control. El hombre me dice que no puedo volver a por ella. ¿Puede llamar a su compañera para que me la guarde? No, dice muy sonriente, y cuando le señalo todos los teléfonos que tiene delante, me responde que son de adorno. Le digo a un tipo que me recuerda a José Sacristán que cuando pase por el primer control recupere mi cámara. El tipo me mira con mala cara. Pienso que la chaqueta no es suya, le queda enorme. Quiero irme de allí cuanto antes.

sin techo, sin jardín

jueves, 22 diciembre 2016. Llego a una librería enorme con estanterías hasta el techo, pero techo no hay. Se puede ver el cielo. Al rededor hay un barrizal con cuatro coches aparcados. Entro a curiosear. Como me da vergüenza no comprar nada, pido dos títulos inventados para hacer tiempo. Un chico muy amable los busca en el ordenador y, sorpresa, me dice que los tienen, que me siente con él a esperar que los suban. El chico se tumba en unas gradas y miramos como los clientes entran y salen. Algunas señoras se prueban ropa años 40. Empiezo a no entender nada. Una niña pasa agitando uno de los libros que he pedido. El chico se lo quita al vuelo. Al parecer era un cuento para niños. Se lo devuelvo a la niña e intento marcharme de allí, pero otra chica me dice que quiere enseñarme las obras que está haciendo mi primo Francesco en sus jardines. Miramos hacia abajo desde una baranda mal fijada. Temo que caigamos. Los jardines es un solar con montones de tierra y setos sin forma. Todavía puede verse cómo eran antes. Al fondo hay una iglesia de piedra de la que salen de misa madres muy jóvenes con sus hijas de la mano. Las madres y las hijas van vestidas igual. Tu primo la está convirtiendo en una iglesia moderna, dice la chica. No entiendo que Francesco se haya metido en ese lío, no digo nada. La chica me mira esperando una respuesta. Mi hermana tiene un profesor que tiene once hijos, le digo para cambiar de conversación.

fórmulas

miércoles, 21 diciembre 2016. Parece un colegio mayor algo siniestro, porque nos meten la comida por debajo de las puertas. Todo es demasiado blanco, las luces siempre están encendidas, hay que dormir con el edredón tapándonos las cabezas. Tengo dos compañeros de habitación que se pasan el día resolviendo problemas de matemáticas. Toda mi cama está cubierta por sus papeles llenos de fórmulas. Pienso que buscan la fórmula de deshacerse de mí. Saco la cabeza del edredón y veo la ventana abierta. Aprovecho un descuido y salto a los jardines. De repente todo está oscuro y debo ir saltando entre setos muy negros. Junto a la cancela hay una cabaña pequeña hecha con cañas. La pisoteo con odio.
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No quiero levantarme de la cama, pero tengo que llevar a dos niñas al colegio. Las oigo jugar, las busco, pero no las encuentro en toda la casa. Me doy cuenta de que sólo me quedan 15 minutos para salir y todavía estoy en pijama. Entro en el cuarto de las niñas y ya están con el uniforme y las mochilas puestas. Dicen que me dé prisa. Veo salir a Alberto de casa con su amigo Robin. Robin lleva algo en la mano y lo va secando con mi secador. Pienso que si se lo lleva tendré que salir a la calle con el pelo mojado.

fun fun fun

martes, 20 diciembre 2016. Todo estaba preparado para que encendieran las luces de navidad. Abrían un sobre. Leían que en la votación había salido que ese año no habría luces ni fiestas. La gente se volvía a sus casas sin rechistar, resignados. Yo me sentía culpable porque había votado en contra de las fiestas.

reformas

lunes, 19 diciembre 2016. Yo iba cada mañana a ducharme a una ferretería y cada mañana había menos cosas en los escaparates. Pensaba que quizá estaban haciendo reformas de mejora. Las reformas de mejora siempre acaban estropeando las cosas bonitas. En uno de los escaparates sólo quedaban 4 copas con el cristal gastado y una pandereta con la cara de un chico que se parecía a Masip. Cada mañana, antes de entrar, pensaba que cuando desapareciera esa pandereta, para mí, sería el fin del mundo.

botijo gigante

miércoles, 14 diciembre 2106. Llego a una casa típica sureña. Es de noche y el jardín está muy oscuro. Aparecen varios motoristas, pero las luces de sus motos no iluminan nada. Corro a esconderme detrás de un seto, pero ya hay escondido un botijo gigante. Cuando los motoristas desaparecen entro en la casa. Todo está revuelto, como si no hubieran acabado de instalarse. Mi madre está en la cocina haciendo panellets con formas muy raras. Seremos quince a la mesa, no me va a dar tiempo, dice. Le digo que no se esfuerce, que puedo hacerlos o  comprarlos yo. Tú, mejor, vete a por el besugo, dice. Entre los panellets hay un teléfono. Suena. Es Pablo. Dice que ha decidido estudiar cine. ¿Vas a dejar derecho? La llamada se corta. Aparecen mis tías con mi abuela. Una d ellas se queja de que la otra ha perdido en la mudanza sus zapatillas de yoga. Me pregunto desde cuándo hará yoga, pero no digo nada y le ofrezco el botijo gigante para consolarla.

luces muy veloces

martes, 13 diciembre 2016. Amanece. Antonio y yo caminamos por una plaza vacía. Me extraña verlo tan abrigado. Lleva una gabardina cerrada y las manos en los bolsillos. Se santigua y dice algo en latín. Lo miro sorprendida, se ríe. No decimos nada, caminamos muy juntos, quiere enseñarme algo. Corre una cortina y salimos a la playa por un lateral de la calle. Me pregunto si la ciudad era un decorado. Aquí nació la ópera, dice. Anochece de repente. Notamos que alguien nos sigue. Me cuesta andar sobre la arena. Corre, dice y me toma de la mano. No sé si huimos, pero vamos a una velocidad increíble por un camino de arena, entre cañas. Como si me desdoblara, corro y nos veo correr desde lejos. Somos dos luces muy veloces por el camino de arena.

horizonte

lunes, 5 diciembre 2016. Hay una especie de celebración en a tienda donde mi madre solía comprar cuando yo era niña, justo enfrente de casa. Busco al escritor Chivite. Lo veo sentado en el bordillo de la acera, al sol. Le digo que no vuelva a cortarse el pelo y que se deje un poco de barba. Dice algo, sin dejar de mirar el horizonte. El horizonte es la acera de enfrente.

tomate negro

viernes, 2 diciembre 2016. Alguien ha colocado un puesto de verduras ecológicas a las puertas del edificio de la Diputación. A las diez deben cerrar las puertas, pero no podemos irnos mientras queden verduras por vender. Una chica se acerca. Alberto le ofrece un tomate negro por un euro. La chica se aleja corriendo como si hubiese visto al diablo.