calcio

domingo, 5 marzo 2017. Tomo apuntes de un programa de radio que emiten por la tele. Hablan de que han descubierto que las primeras notas de los primeros movimientos de algunas sinfonías hacen que se fije el calcio. De repente estoy en la calle. Un coche se para. Una chica me hace señas, quiere que me acerque. Es Graciela. Subo al coche, me presenta a su novio que va al volante. Le doy un beso desde el asiento de atrás. Dicen que pueden acercarme al cementerio. Llegamos, pero es un teatro con una escalinata dorada por donde baja el público. Una señora nos dice que los músicos han estado maravillosos y se despide de nosotras. Se supone que es la madre de Graciela, aunque tiene la cara de mi madre. Al bajar dos escalones más, cae. Corremos hacia ella. Le retiro un pañuelo de flores que le tapa la cara y le digo que respire hondo. La cara se le pone completamente negra. No se le ven los ojos ni la boca. Pienso en aquello de que la música fija el calcio. No puedo dejar de pensar en otra cosa.