con hache

miércoles, 30 agosto 2017. Alberto y yo acompañamos a Alejandro a un casting para una película. Es en un jardín muy descuidado. Hay algunos charcos y una fila de chicas muy jóvenes pegadas a la pared. Parecen inseguras, no se las ve contentas, más bien asustadas. Alguien me pregunta cómo me llamo y me apunta en una lista. No soy capaz de decirle que sólo vengo acompañando a mi amigo. Van llamando de uno en uno a los aspirantes. Los hace improvisar sobre un hidropedal. Hay público emocionado sentado en sillas de tijera. Cuando te toque, inventa algo triste porque el papel es dramático, me dice Alberto. Alejandro me presta un polo blanco que me pongo sobre la camiseta negra. Me toca. El director parece amable, me pregunta de dónde soy. Me dice que fue muy feliz en Málaga, que fue un tiempo redondo. Sí, en Málaga hay muchas curvas, le digo. Se ríe exageradamente, como si le hubiera contado un chiste buenísimo. Mientras se ríe, aprovecho para inventar una historia. Pienso que les diré que me llamo Helena, con hache. Que siempre pensé que mis padres añadieron esa hache para que yo tuviera el superpoder de la invisibilidad. Si añades a una palabra una hache muda es como ponerte una capa que te hace invisible. El hombre deja de reírse, me mira, el público no pestañea. Debo empezar a hablar.

abrazos

lunes, 28 agosto 2017. Sonia dice que ha decidido operarse la nariz y los ojos. Voy a tener los ojos enormes, me dice muy contenta. Si te operas me sentiré decepcionada, le digo. Se sienta en el suelo, llora.
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Veo pasar a mi sobrino Darío junto a unos columpios. Lo llamo, me ve, corre hacia mí, nos abrazamos.
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Estoy en una casa con el suelo, las paredes y el techo enmoquetado. Resulta opresivo y agradable a la vez. Hay gente que no conozco en sofás, charlando, aunque se supone que es mi casa. Aparece Daniel. Sin saludarlo siquiera, le digo: Peso 50 kilos. Yo 51, responde. Lo miro, lo calibro. ¿Cómo estás?, pregunta y antes de que responda me abraza. Recoge unas bolsas y se despide con un gesto. Salgo a la terraza. Lo veo caminar de espaldas por la calle. Al cruzar, se vuelve y saluda con la mano. Mientras, de una papelería salen a presión carpetas y papeles que inundan la calle.

agua

sábado, 26 agosto 2017. Vamos cuatro en un coche. Yo voy detrás del copiloto. El coche no es de cuatro puertas y empiezo a pensar que si cayéramos al agua no podría salir. Intento encontrar soluciones. ¿Esperar a que bajen a rescatarme? ¿Romper el cristal de mi lado y salir? ¿Romper el cristal de atrás y salir? También pienso que no conozco a esas tres personas y no sé si actuarían con calma. Quizá son tres histéricos, pienso. Los observo. Miro la carretera. No se ve agua por ningún lado.

sirenas

viernes, 25 agosto 2017. Un tipo muy amable, al que se supone conozco, me regala un pañuelo con espejitos, un llavero de unas Martens de flores y un libro en forma de cubo que al abrirlo cobra vida. Algunas palabras están troqueladas y, al entrar la luz, se leen fórmulas matemáticas. Si lo levanto se proyecta en el techo una película de dibujos animados en blanco y negro. Me quedo tan arrebatada con el regalo que se ha hecho de noche. Veo a Salud. Camina desorientada, la agarro del brazo y le digo que mejor cojamos un taxi, que no puede conducir así. Tengo miedo, dice. En las calles hay una verbena. A lo lejos se oyen sirenas de ambulancia o bomberos. (Están pasando de verdad por la calle y me despiertan). 

buitres

jueves, 24 agosto 2017. Salud sigue a una chica. Corren como locas por la acera de las paradas de autobús. Yo sigo a Salud. Las dos llevamos vestidos largos y vaporosos con grandes estampados. Me lo recojo para no tropezar. Nos miran. Me gusta que nos miren. Llegamos a lo que parece la librería de un museo. Le digo a la chica que tiene una nariz preciosa, que si me la cambia. Sólo los fines de semana, añado. Dice que la ha heredado de su padre. Al ver que no me inmuto, me dice que su padre es Miguel de los Reyes. Yo finjo que me sorprendo mucho. La chica desaparece satisfecha. La sigo. Me fijo en el suelo, me extraña que un sitio de paso tenga moqueta. Me gusta. Dentro regalan libros. Nadie se atreve a coger ninguno. Alguien mete dos en mi cesto. No digo nada. Salgo a una terraza, me siento a mirar. Delante de mí se sienta Juan que finge no conocerme. No digo nada. Me marcho más indiferente que triste. Al salir vuelco el cesto en una papelera. A los cuatro pasos pienso en por qué he hecho esa tontería. Vuelvo. La papelera está rodeada de gente. Pelean por mis cosas. Consigo recuperar una libreta y el portaminas. Se enfadan. Explico que todo eso es mío, que acabo de tirarlo, que en la libreta hay datos importantes y el portaminas me lo regaló mi padre cuando cumplí 50 años. Ni me miran. Parecen buitres.

moneda

lunes, 21 agosto 2017. Caminamos con Blanco por una ciudad sin identificar. Es fiesta, poca gente en las calles. Le pregunto a Alberto si estará abierto un museo para que Blanco pueda verlo. Está. El museo es en realidad una casa vieja con muebles desvencijados. En algunos rincones hay piedras y cristales que simulan ser joyas. En una de las habitaciones nos parece ver a alguien durmiendo y, Blanco y yo, caminamos hacia atrás sobre nuestros pasos para no molestar. Todo resulta algo siniestro. Al salir, veo una especie de fogata apagada o que no ha llegado a quemarse del todo. Hay una moneda, digo. Alberto y Blanco me miran incrédulos. Busco entre los restos con la mirada. Bajo la foto de un monje rezando hay una tira de tela con la bandera de Nepal. Tomo un sobrecito con cuidado y lo vacío sobre la acera. Una moneda de oro ahumada. Ten, para ti, le digo a Alberto. La moneda aún conserva calor.

velocidad

domingo, 20 agosto 2017. Estamos en una sala estrecha con sillas de tijera. El público ya está sentado. Una chica comienza a leer uno de mis poemas, pero a tal velocidad que ni yo misma reconozco cuál es. Me siento a un lado, junto a Tesán. Me pregunta por Daniel. Se casó, tiene una niña, hace mucho que no nos vemos. Me pide que le cuente cuando fuimos al concierto del El niño gusano.

merienda

sábado, 19 agosto 2017. Entro en una casa que parece de pueblo, con un zaguán encalado y la puerta de madera rústica (pintura sobre pintura) de color celeste. En el suelo, pegada a la pared, hay una lagartija diminuta intentando cazar una mosca enorme. Intento pasar sin molestarla. En el último cuarto está mi padre buscando un canal. Va a empezar el programa y no lo encuentro, dice alterado. Me extraña que quiera ver un programa de cotilleo. Se lo pongo. El programa, además, es alemán. En la cocina, mi madre abre una lata de leche condensada. Le ha hecho un montón de agujeros (muy mal hechos). La miro detenidamente. No es mi madre, pienso. Ya no son ellos, pienso. La ayudo a tender la ropa. La ropa que va saliendo de la lavadora ya está doblada, aunque húmeda. Mientras, mi madre ha colocado la lata de leche condensada en el suelo, sobre una servilleta, para que merendemos. Siento una tristeza inmensa.

falsa nancy

jueves, 17 agosto 2017. Camino por los pasillos de un hotel intentando esquivar a grupos de señoras. Alguien me da una muñeca Nancy desnuda. Le encuentro varias diferencias con la que yo tenía. El juego de los siete errores, pienso. La dejo sobre un sillón. Un grupo de señoras con cardado se me acerca. Me escondo en un ascensor. Una de ellas grita, ¡Pasillo! Todas corren hacia el ascensor. sostengo la puerta con el hombro para que no se abra. Forcejean. Consigo huir.

de oro

miércoles, 16 agosto 2017. Las trillizas de oro discuten por cuál de ellas es la más joven. Van en bikini. De cara están igual, pero sus vientres están muy arrugados.

tres cremas

martes, 15 agosto 2017. Parece una habitación de hotel y parece que estamos esperando a alguien. Nadie dice nada. La habitación es estrecha y la situación incómoda. Por hacer algo, me pongo tres tipos de crema en el brazo. Una mascarilla verde, otra blanca y otra una crema ligera transparente. ¡Ya está aquí!, dice alguien. Corremos a abrir. Yo llevo el brazo a la vista, como si las tres muestras de crema fuesen condecoraciones. Aparece un chico muy bajito y muy feo que atraviesa la habitación sin saludar siquiera. Sale por la ventana que da a un solar con hierbajos y un agujero enorme lleno de agua muy negra. El chico se lanza vestido, sin pensárselo dos veces. Casi resbalo detrás de él. Una de las limpiadoras del hotel me agarra del brazo para que no caiga. Volvemos charlando tranquilamente a la habitación.

el peine de la discordia

lunes, 14 agosto 2017. Maldonado llega blandiendo un peine, habla maravillas de él como si fuera algo que acaba de descubrir. Es un peine de plástico verde translúcido igual  a uno que tengo. Alberto le dice que ese peine es mío. Le explico que el mío es igual, pero sin mango. Nada. Maldonado lo esconde, Alberto intenta quitárselo. Forcejean. Me encojo de hombros.

incomodidad

sábado, 12 agosto 2017. Voy por la calle con una pareja que acaba de reconciliarse. No hablan entre ellos, se miran. La situación se me hace tan incómoda que, para no tener que decir nada, saco un cepillo de dientes de una bolsa y me cepillo lentamente mientras caminamos.
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Parece que me han llevado a vivir a una especie de palacio y que debo comportarme a la altura del sitio. Unos consejeros opinan sobre mi pelo. ¡Moldeador!, dice uno. ¡Permanente!, dice otro. Una señora con pinta de institutriz levanta el dedo: ¡Hay que cortar! Me miro en un espejo muy historiado. Nunca he tenido tanto pelo, una melena brillante y espesa. Me levanto disimuladamente mientras discuten. Huyo por el jardín.

mala idea

viernes, 11 agosto 2017. Voy con un grupo de gente en un coche muy pequeño. No sé si vamos de excursión o si somos periodistas. Nos bajamos en un descampado y entramos a un túnel muy sucio donde hay gente bebiendo, drogándose y practicando sexo. Intento pasar desapercibida. Ni nos miran. Uno de los supuestos periodistas hace fotos con flash. Mala idea, pienso. Al final del túnel hay una pared. Intento empujarla para salir. Nada. Volvemos sobre nuestros pasos. Uno de los hombres que beben es el actor Dani de Vito que, al vernos, deja la botella en el suelo, se baja los pantalones y nos enseña el culo.

pájaro azul

jueves, 10 agosto 2017. El pájaro gris que apareció en la terraza (y se fue al día siguiente) volvía. Azul y del tamaño de un bebé de dos meses. Se dejaba acunar.

con la izquierda

miércoles, 9 agosto 2017. Escribo en un mantel de papel con un rotulador de punta gruesa. Blanco dice que tengo buena letra. Pues no es mi letra, estoy escribiendo con la izquierda, le digo. Entra mi prima Elisa, me hace un gesto desde lejos como preguntando qué tal me ha ido. Niego con la cabeza. Se encoge de hombros, me encojo de hombros. Nos reímos.

mariposas de postre

martes, 8 agosto 2017. Ordeno la que se supone que es mi casa (aunque no se parece en nada). Desde las ventanas de la otra acera, me miran varias vecinas. Me fijo en que no llevo camiseta. Las oigo hablar con la voz engolada de moralidad, de enfermedades. Dicen mal algunas palabras. De repente, estamos en dos sofás enfrentados en una especie de plató. La presentadora nos anima a discutir. La vecina habla sin parar. No sé qué dice. Cuando llega mi turno le digo que debería leer el diccionario, que al cabo de un año igual aprendía a hablar. Mientras, su hija desordena una estantería llena de cosméticos. El plató se ha convertido en un comedor. Aparecen varios amigos a los que hace tiempo que no veo. Begoña y Chapi llegan juntos. Se supone que van a operarme al día siguiente. Dicen que han venido para estar apoyarme. Respondo que sólo me pondrán una lente, pero me alegro mucho de verlos. El plató-restaurante se ha llenado de amigos (Antonio, Javier, Salvador), charlan unos con otros. Mesa Toré dice algo muy gracioso sobre ser de letras, todos ríen. Deberíamos irnos, les digo. Vuelvo a colocar todo en su sitio. Llega un grupo de comensales, Se sientan alrededor de la mesa. Un niño pregunta si habrá mayonesa y si llevará ajo. Le digo que habrá de todo, que va a encantarle porque del postre salen mariposas. Mientras hablo, su abuelo me coloca en el ojo un vaso de chupito a modo de catalejo. Me despido. Al salir reconozco a Stella (una niña del colegio a la que hace 40 años que no veo), va muy maquillada. ¡Qué joven estás!, digo mientras le paso el dorso de la mano por la mejilla. Ella no dice nada, me mira como si yo estuviera loca.

arroz

lunes, 7 agosto 2017. Toda la familia se sienta a comer. Alguien nos sirve arroz. No tiene muy buena pinta. Mi padre pregunta qué hay de segundo. Alguien responde: Arroz.

delaunay

jueves, 3 agosto 2017. Alguien me dice que mis cuadros son iguales que los de Ángelo. Ángelo y yo nos miramos y no decimos nada. Los cuadros no son nuestros, son de Sonia Delaunay.
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El que era mi cuarto es ahora un avión. Los asientos son sillas de tijera, no queda ninguna libre. Veo la escena como si mirara desde el techo. Me veo a mí misma en uno de los asientos esperando a que mi cuarto despegue.