conversaciones

lunes, 27 noviembre 2018. Salgo de un bar con Salud. Javier va delante de nosotras hablando con su madre. Me gusta oírlos hablar. Es una de esas conversaciones triviales, donde se ve el amor y la confianza que hay entre dos personas. Él le dice que nunca había comido gallo. Ella le responde que, si le ha gustado, mañana mismo irá a la pescadería para hacérselo en casa. Llego sola a un callejón oscuro. Algo me cae en el hombro y miro hacia arriba. Se inicia una conversación algo absurda: ¿Qué miras? nada, me ha caído algo. Yo no he sido. Vale. Estoy tendiendo ropa (la mujer usa su móvil como linterna y enfoca unas toallas con dibujos infantiles). Vale, no pasa nada. Es que ha llovido. Ya. Se me habrá soltado una pinza. Bueno, a todos nos pasa. Te he escupido. (No digo nada). Me estaba lavando los dientes y he escupido a la calle. (No digo nada). Lo siento mucho (la mujer llora). No pasa nada, olvídate. La mujer baja a la calle acompañada por un montón de niños, se sienta en el portal de su casa que, de repente, es una tienda de lámparas. Tenemos que vernos más, me dice desde el escalón rodeada de niños. (No digo nada).