socavón y cuatro novios

sábado, 29 diciembre 2018. Intento cruzar con mi sobrina la carretera de los montes. Cada vez que ponemos el pie en el asfalto aparecen un montón de coches (como en aquel capítulo de La Pantera Rosa). Corre, le digo. Corremos de la mano. Al llegar al arcén hay un socavón. Salta, le digo. Pero no lo supera y cae. Es muy profundo, no sé cómo voy a sacarla de allí.
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Hay una lectura. Noelia ha preparado una acción: Cada vez que aparezca en el poema, que va a leer en el escenario, la palabra rojo, debemos sacar una barra de labios y pintarnos. La mía se rompe a la primera. Dos señoras se ríen entre dientes. Después me toca a mí. Le pregunto a María Jesús de cuánto tiempo dispongo. Dos minutos, dice muy seria. Pienso que será imposible resumir Bleturge en dos minutos. Aparece Jesús Gea (al que hace más de 30 años que no veo). No se acuerda de mí. Me cuenta que ahora es editor. María Jesús le pregunta cuantos novios tuve joven. Cuatro, responde él sin pensárselo. Lo miro y niego con la cabeza como diciéndole: Ya te vale.

alfombra y armónica

jueves, 27 diciembre 2018. Los muebles de la casa de mis padres están cambiados de sitio. La puerta del cuarto secreto de mi padre está abierta. Faltan muebles y la alfombra. Me alegra que hayas hecho limpieza, sin la mesa de dibujo ahora tienes sitio de sobra para sentarte y escuchar música, le digo. Mi padre niega con la cabeza. No hay libros. Le pregunto a mi hermana qué ha hecho con ellos. No dice nada.
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Voy en silla de ruedas. La calle está en obras y debo levantarme varias veces para sortear obstáculos. Llego al portal, de la que se supone es mi casa, y una pandilla han colocado barras para hacer deporte. Para llegar al ascensor debo subir con la silla por la escalera de un tobogán. Los chicos se ríen. Cuando por fin consigo subir, el ascensor es un metro. Los chicos suben conmigo. Se cuelan. Yo Tardo un rato en meter el billete de metro en la máquina porque es de papel de seda y está mojado. El andén es un arriate recién regado. Están sentados en el suelo y me uno a ellos. Una chica me pasa a su bebé. Te conoce, dice. Las dos intentamos hacer memoria. ¿Miriam? Sí. ¿Fotógrafa? No. Seguimos pensando. Llega el metro, es de madera, destartalado. Subo con Miriam. Los demás cruzan las vías y se alejan. Abro una ventanilla y grito: ¡Decidle a Ale que tengo su cazadora y su armónica!

silla-patín

miércoles, 26 diciembre 2018. Estoy en el paseo marítimo y comienza a anochecer. Pienso que sería más rápido subir por el Camino Nuevo si tuviera un patinete. De repente estoy en un patinete (que más bien parece una silla de escritorio) y subo por la acera a toda velocidad. Al llegar a la altura del que era mi colegio ya es noche cerrada. Hay camiones de reparto en la acera y aun así consigo pasar esquivándolos. El camino cambia y aparezco en General Ibáñez. Luce el sol, las niñas salen del colegio. Bajo la calle donde vivía mi abuela a toda velocidad esquivando un cubo enorme de basura. Bajo y subo las aceras sin bajarme de la silla. Incluso entro en el jardín poniendo rectas las piernas para empujar la cancela. Así llego hasta el pasillo, donde mis tías planchan. Imposible esquivarlas.

colchones

sábado, 22 diciembre 2018. Alberto y yo caminamos por la calle. Parece que hemos salido apresuradamente de casa porque sólo llevo una camiseta. Menos mal que cogí esta rebeca larga, pienso. La rebeca me llega hasta los pies y me la cruzo ante la mirada de una señora que sale del mercado cargada de bolsas. Llegamos a la que era la casa de Rosamari y ahora es un loft donde vive mi cuñada. Hay colchones en el suelo. Dicen que todo está preparado para cuando lleguen. No sé de qué hablan. Mi sobrina dice que han llegado mis amigas. Suben Sonia y Míchel. Sonia dice que ha reservado y tenemos que irnos ya. Le digo que estoy en camiseta, que esa noche no podemos salir porque además me duele la cabeza, tengo que dejar listas las cosas de navidad y, encima, salimos temprano de viaje. Sonia me enseña la pantalla de su móvil con un avatar de su cara poniéndose roja de ira. Me asomo al balcón. Mi cuñada está en la acera empapándose bajo la lluvia.

mosquetones

viernes, 21 diciembre 2018. Mi sobrina me llama para darme las gracias por haberla apoyado siempre. Me extraña que me llame porque la he visto por casa. ¿Dónde estás? En el cuarto de baño. Salimos a la terraza. Llevo algo atado a la cintura con unos mosquetones. Al soltarlos un gato sale corriendo y se estrella contra las macetas.
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Parece que esperamos a que nos trasladen al aeropuerto, pero nos llevan de un lado a otro en un bus destartalado. Los pasajeros comienzan a cansarse, compran chucherías, incluso una señora compra tomates. Intento llamar a casa para decir que llegaremos tarde a la cena de Nochebuena, pero en el móvil solo aparecen cientos de fotos que, además, no son mías.

calzones y cabeza de baltasar

jueves, 20 diciembre 2018. Hago de abogada de Martin Sheen para que no le quiten al niño que hace de sobrino en su serie. Para defenderlo, digo: Este hombre jamás dejaría que su sobrino fuera en calzones. En ese momento aparece el niño con unos calzones blancos enormes. Su tío se alegra tanto de verlo que cantan juntos una canción delante del juez.
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(Siesta con jaqueca de fondo)
Tengo la cabeza de Chivite en mi regazo. No hay cuerpo, sólo la cabeza. La cabeza va disfrazada de rey Baltasar. Me dice: Tengo que contarte una cosa. Dime. Me he puesto un pendiente. Busco su oreja. Efectivamente lleva un cristalito de plástico celeste que cuelga de un hilo. Todavía le queda algo de costra, no ha cicatrizado del todo. ¿Te duele? No. Dice y se duerme.

animales sueltos

martes, 18 diciembre 2018. Espero a alguien en el garaje de la casa de mis padres. En una de las plazas hay basura. Rescato libros antiguos de Alianza Editorial y un par de tomos del tebeo Lily encuadernados. Se me desvencijan entre las manos.
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Se supone que hemos visitado una especie de alcazaba y Alberto se ha hecho con la llave, así que nos colamos por la noche para verla tranquilamente. La entrada es un laberinto de piedra. Comienzan a aparecer animales sueltos (cerdos, avestruces, ocas). De la caseta del guardia salen dos señoras muy mal encaradas. Les cuento cosas sin sentido para distraerlas y escapar. Alberto señala unos caballos y dice: Quiero cavar. Será cabalgar, responde la señora. Empiezo a temer que no vamos a salir de allí bien parados.

malas noticias

lunes, 17 diciembre 2018. Hay una fiesta en una terraza. Alguien me dice que nadie debe entrarse de las malas noticias. Yo me encargo, le digo. Me dedico a cambiar las pilas de todas las radios del barrio por pequeños tubitos de pasta de diente.

la segunda oportunidad

jueves, 14 diciembre 2018. Antonio conduce. Yo voy justo en el asiento de atrás. El paisaje y el día son preciosos (árboles a los lados, cielo azul, sol). Antonio suelta el volante y busca algo entre la ventanilla y el techo del coche. Nos acercamos a una curva a toda velocidad. Podría conducir yo, le digo justo antes de caer al vacío. Como en la imagen de aquella serie sobre accidentes de coches, "La segunda oportunidad", el sueño da marcha atrás y volvemos al momento en el que Antonio busca algo. Sucede exactamente lo mismo y caemos al vacío.

álbum menguante

martes, 11 diciembre 2018. Caminamos hacia casa. Oigo, unos pasos atrás, a mi cuñada quejarse de algo. Dice que dije que les enseñaría mi álbum de fotos y había muy pocas. No comprendo que se ponga así por una tontería. Le explico que hice una criba y sólo dejé las más representativas. Nada. Comienza a encenderse, intenta pegarme. No entiendo nada.

pamela

sábado, 8 diciembre 2018. Subo una rampa de piedra, cada vez se empina más, debo agarrarme con las uñas para no caer. En la cima hay un arco también de piedra. Toda una familia de indios me recibe. ¡Balcón de Europa!, dicen muy contentos. Les explico que el Balcón de Europa está en Nerja. La madre señala con el dedo el arco. Yo señaló hacia el este. ¿Lejos? 50 kilómetros. La decepción en sus caras. Los dejo atrás y entró en una iglesia. Mi madre está sentada en el altar con la espalda pegada a la pared. Pienso si se habrá perdido. Llega un tipo vestido de cocinero. Si buscas las piruletas quizá se hayan derretido, le digo señalando a mi madre que las ha usado como cojín. Estamos en casa, dejo a mi madre en el sofá con la estufa puesta y me pruebo una pamela blanca calada (en realidad es una tapa de cubo de basura). Mi tía dice que si voy así a la boda dejaré en mal lugar a toda la familia. Eso pretendo, respondo. Miro el reloj, pienso que llego tarde a clase (aunque es de noche). Al llegar al portal saludo a unas vecinas. Mientras me alejo hacia Económicas oigo a mi madre decirles a través del telefonillo que me digan que he olvidado la pamela. Nadie me dice nada.

corra, pero elegantemente

miércoles, 5 diciembre 2018.  Camino por la calle. A ratos es de noche, a ratos es de día. Alberto va delante con nuestra sobrina, cruzan la calle, me quedo atrás, tengo que correr porque el semáforo va a cambiar. Intento correr con elegancia porque quiero que los que están en sus coches piensen "Qué elegantemente corre esa mujer", pero a llegar a la cera casi me estampo contra un muro. Aparecen Chivite y su mujer. Chivite me pone la mano en el hombro. ¿Qué te cuentas, Bono?", dice. A ratos es Chivite, a ratos Enrique. Después se despide, camina delante de nosotros de la mano de su mujer. Parecen dos adolescentes, pienso. Alberto y mi sobrina han desaparecido. Recuerdo que Alberto dijo que si nos perdíamos nos veríamos en el café más bonito del pueblo. Estoy en un autobús. Quiero bajar, pero no me sé las paradas. Cuando todos bajan, yo también. Plaza con casas humildes y encaladas. En una pone "Café". Entro. Es un restaurante muy lujoso. Está vacío. Estoy en el pasillo de lo que parece una residencia de estudiantes. Abro una puerta y Alberto está en la cama leyendo el periódico. Por fin has llegado, dice. En ese momento llega Míchel. El pasillo es tan estrecho que tengo que meter barriga y dejar de respirar para que pueda pasar a su habitación.

amalgama

martes, 4 diciembre 2018. Estoy en el dentista. Me siento y cierro los ojos. Al cabo de un rato miro de reojo y lo veo haciendo una escultura de Nefertiti de tamaño real. Pienso que no le va a quedar amalgama para empastarme la muela.

consecuencias

lunes, 3 diciembre 2018. Estoy sentada con un montón de gente que no conozco alrededor de una plaza. Un tipo nos dice que llamemos a alguien, lo insultemos y amenacemos. Me levanto y le digo que no pienso hacerlo. Me mira extrañado, me pregunta si de verdad creo que los demás lo están haciendo. Quizá alguno , dice, lo pero los demás están fingiendo. Respondo que no pienso llamar ni fingir. Atente a las consecuencias, dice.
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Estoy con Andrés en la terraza de un bar. Me dice con un gesto que termine mi cerveza. Mi cerveza es una copa enorme de color marrón donde flotan, lo que parecen, fibras de tabaco. Andrés me pregunta como están las flores. Supongo que ha visto unos geranios que llevo envueltos en papel de periódico. Le explico que estuve podando y, como vi que tenía una pinta muy triste, decidí llevármelos para darme un toque de color. Hablando de colores, dice señalándome los brazos ¿cómo se llama esa enfermedad inglesa de las venas? Me encojo de hombros. Nos quedamos mirando las venas de mis brazos, en cada uno hay dos muy marcadas, una muy blanca y otra muy azul.

tendedero

miércoles, 28 noviembre 2018. Abro el tendedero junto a la barandilla. Noto que caen gotas minúsculas negras, manchan la ropa. Un vecino esta pintando algo en el tejado. Pienso que si le digo algo se asustará y caerá al vacío. Quiero apartar el tendedero, pero han llegado mis padres y se han puesto a tender. Los veo tan felices, que tampoco les digo nada.

de buzones, premios y exnovios

domingo, 26 noviembre 2018. Bajo con mi madre al portal (no es el de su casa ni el de la mía). Junto a los buzones hay una bayeta azul tendida con dos pinzas de plástico también azules. Al ir a quitarla explotan dos bombas fétidas. Pienso que es una trampa. ¡Huye!, le digo a mi madre.
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Estoy con Carmen y Enrique en un cine de verano enorme. Todos los asientos están ocupados, se nota que hay una gran expectación porque va a entregarse un premio de novela muy importante. Ferran pasa con varios originales y me hace una seña. Entiendo que el premio será para Carmen o Enrique. Como estoy sentada entre los dos, les doy una mano a cada uno. Pase lo que pase disfrutadlo y no os peleéis, les digo. Por megafonía oímos el nombre de Carmen, que baja al escenario a recibir el premio. Enrique y yo saltamos abrazados de felicidad.
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Begoña me presenta a su nuevo novio. Estamos en un bar muy feo con las paredes mal pintadas de amarillo. El novio parece no acordarse de mí. No sé cómo decirle a Begoña que era el novio de mi sobrina y que se aleje de él.

retrato

sábado 24 noviembre 2018. Habitación vacía. Solo hay un catre pegado a la pared. Justo enfrente, en la pared, el retrato de una mujer con el pelo muy negro. Está demasiado pegado al techo. Mi tía me pide que lo baje. Al cogerlo se convierte en una bolsa de supermercado.

imperdibles de oro

jueves, 22 noviembre 2018. Llego a una especie de fábrica abandonada. A la entrada, en el suelo, hay imperdibles dorados muy nuevos. Todos están abiertos. Al ir a coger uno para llevármelo de recuerdo, veo que junto al bordillo también hay anillos. Uno me recuerda al de mi bisabuela, con una perla barroca. Mientras la rozo con los dientes para saber si es buena, pienso que voy a pillar cualquier infección.

comida barata

miércoles, 21 noviembre 2018. Estoy en el que fue mi cuarto en la casa de mis padres. Todo está manga por hombro, como si estos años hubiera vivido allí un hámster. Intento ordenar el bolso, lo vuelco sobre la cama. Salen un montón de billetes arrugados. Se los doy a mi madre, le digo que no son míos. Pediré unas pizzas, dice. Mi padre (lleva barba, nunca la ha tenido), retrepado en una butaca del salón, dice que no quiere comer comida barata. Pienso que ha querido decir comida basura. ¿Y qué te apetece? Pizza, responde.

tres meses

martes, 20 noviembre 2018. Se supone que ya hemos estado en esta especie de farmacia donde también venden juguetes de madera y flores de tela. Alberto elige un puentecito de madera, pero duda de que no se rompa. Le pregunto al dependiente, como si ya lo conociera, si la cosa está mejor. Niega con la cabeza. Ya fuera, antes de marchar, me cruzo con dos chicas que llevan una niña de la mano. Les pregunto si han escrito algo. También niegan con la cabeza. Ya de lejos me despido con la mano y les grito: ¡Hasta dentro de tres meses!

renovarse o morir

lunes, 19 noviembre 2018. Estamos a la puerta de un bar. Andrés dice que va a comprarse una bolsa nueva (señalando la bandolera militar que lleva). A mi lado está Zayas. Lleva un mono aislante blanco, también máscara anti gas. Su voz distorsionada al decir: Ya era hora.

mi madre vs mi madre

domingo, 18 noviembre 2018. Estoy con mi madre en una habitación muy blanca y a la vez hablo con ella por teléfono. Voy contándole a las dos lo mismo, primero a la que está al teléfono y después se lo retransmito a la que está a mi lado. Acabo gritándole a las dos.

móvil blanco

sábado, 17 noviembre 2018. Estoy en lo que parece una habitación de hotel. Alberto dice que tiene un regalo para mí. Sobre la mesita de noche hay un móvil LG blanco. Me echo a llorar desconsoladamente. Le digo entre sollozos que no quiero un móvil nuevo, y menos blanco, y menos LG.

botones

martes, 13 noviembre 2018. Camino con una chica que me recuerda a Conchi (una compañera del instituto a la que hace años que no veo). Para acortar, cruzamos por una tienda de adornos de cerámica. Hay una familia con niños. Pienso que alguno acabará rompiendo algo. Al salir por la otra puerta, uno de los niños se pega a mí. Para cruzar lo cojo del brazo. Parece un fideo de plastilina. Tienes que hacer deporte, con estos brazos no vas a ningún sitio, le digo. Uno de sus hermanos viene a buscarlo. Hay un camión aparcado con muestras de tela. Pensamos que son para la basura y cojo algunas. Llegan dos chicas, dicen que el camión es suyo. No me lo creo pero no tengo ganas de discutir. Llegamos a una escalera encalada muy empinada de más de cien escalones. Imposible, le digo a la supuesta Conchi, aquí me quedo. Veo un rastro de botones en el suelo. Los sigo, los voy cogiendo. Son iguales a los que le cosí ayer (en la vida real) a un abrigo. Pienso que me servirán si pierdo alguno. Me llevan a un cine también muy empinado. Alberto está en la segunda fila. Bajo a sentarme con él, pero todo está ocupado. Vuelvo arriba con gran esfuerzo. Miro hacia atrás: la puerta. Si entrara un loco me mataría a mí la primera, pienso. Al momento llega Alberto y se sienta a mi lado.

tsumani vertical

domingo, 11 noviembre 2018. Voy con mi tía y mi madre en una caja/coche de plástico azul. Mi tía no tiene carnet de conducir. Se mete con espacios muy estrechos y pendientes que dan al mar. Miro hacia abajo y pienso: Ya está, nos matamos. Pero la caja/coche no cae, aparca en el jardín de una casa y bajamos. La casa se parece al castillo de Gibralfaro. Hay muchos turistas. Mi madre ve una cola para la cafetería y allá que va feliz. Todos son ancianos, pienso que estará acompañada y salgo a mirar el paisaje. Alguien grita: ¡Corran! ¡Tsunami vertical! No sé de dónde sale tanta agua. Baja a toda velocidad. Antes de empezar a correr, pienso que mi madre ya estará en casa y que la llamaré cuando baje el monte. Según avanzo voy pensando a qué árbol podría agarrarme si el agua llegara a mí. Un grupo me hace señas desde detrás de una verja. Aquí estaremos al salvo, dicen. Pienso que el agua traspasará los barrotes, pero no les digo nada. Miro hacia arriba. Una gran ola arrastra a todos los turistas que había en un mirador. No caen, quedan ordenados unos sobre otros. Piden ayuda a gritos, les digo con señas que los de arriba se vayan quitando para no aplastar a los de abajo. Otra ola. Grito, ¡No! y me despierto.

microteatro

jueves, 8 noviembre 2018. Al encender el portátil aparece una chica pelirroja con trenzas. Se hace llamar "Mi pequeña canadiense". En su página hace comentarios sobre Antonio Muñoz Quintana (entre otras cosas le llama "mi perrito"). Me irrita tanto que lanzo el portátil a la bañera. Alberto me consuela. No sé cómo estoy en la puerta del Hotel Sauce de Zaragoza. Voy a reservar para la semana que viene, le digo a Alberto, y entro. Un chico muy amable me pregunta si he llamado hace un momento para decir que mi era estaba ardiendo. Sin darme tiempo a contestar llama a los bomberos y a la policía. Alberto ha desaparecido. Me siento en el la cafetería del hotel. Dos señoras me miran fijamente las pecas. Ellas tiene el cutis perfecto. Hacen una pequeña exhibición para que les diga cuál tiene mejor tipo. Salgo a la calle. Se me acerca una familia disfrazada de tuaregs. Pasa un trono sin virgen. A mi lado, dos chicas. Me fijo en que una es Ruth Gabriel (de la otra no recuerdo el nombre). Le digo a Ruth que hace poco coincidí con su madre en Madrid y estuvimos hablando de San Fernando. Ruth desaparece de repente. Le cuento a la otra chica que es la segunda desaparición esa noche y que, como siempre olvido coger el móvil, no sé cómo voy a encontrar a nadie. Entramos en una sala de microteatro. El hall es una habitación de hotel. Todas mis cosas están sacadas de la maleta y esparcidas sobre la cama. Las recojo de malos modos y escondo la maleta bajo la cama. Empiezan a llegar actores. Se sientan en la cama, lían cigarrillos. Quiero irme de allí.

pelapatatas

miércoles, 7 noviembre 2018. Mi madre ve que estoy pelando patatas. se acerca sigilosamente y dice que mi padre no se entere de que no las pelo con cuchillo. ¿Qué tiene de malo el pelador? Nada, pero dice que si no están peladas con cuchillo no se las come. Uso un cuchillo enorme. Las patatas se me quedan en nada.

rublos como pañuelos

martes, 6 noviembre 2018. Retransmito desde un palco (tipo los picapiedra) el paso fugaz de una atracción (tipo los autos locos). A pesar de verse muy mal porque es de noche, la gente se agolpa, grita y aplaude cada vez que creen ver algo. Por fin llegan. Comienzo a contar con emoción fingida lo que veo. Todos gritan aún más fuerte y sacan sus móviles para grabarlo. ¡No estáis mirando! ¿Preferís verlo después mal grabado en casa!, les grito por los altavoces y me voy. Llego a una estación del cercanías. Un extranjero saca varios billetes para él y sus hijas. Todos son rubios y enormes. Cuando es mi turno, no sólo no sale mi billete sino que, como si se tratara de una tragaperras, comienzan a salir rublos. Llamo al extranjero y se los doy porque pienso que se le ha olvidado recoger el cambio. Pero siguen saliendo rublos. Son bonitos, cuadrados, con estampados, parecen pañuelos. Dudo si correr hacia el tren sin billete (es muy tarde y no sé si habrá otro) o llevarle todos los rublos al chico de la taquilla. Dejo que el tren se vaya. Le cuento al chico lo sucedido y le doy un puñado enorme de rublos-pañuelo. Llama a una compañera. Dicen que es imposible que la máquina no me haya dado mi billete ni que esos rublos hayan salido de allí. Me hacen meter la mano en una especie de cámara fotográfica antigua para demostrarlo. Meto la mano y saco más rublos. El chico me da un billete para el próximo tren. Seguro que te has quedado con algunos rublos, dice. Lo miro con absoluto desprecio. Qué decepción, le digo. El chico se pone pálido y, para arreglarlo, dice que me invita a lo que quiera. ¿Unas Ruffles?, dice. No está de broma, es un simple, el pobre. Después, para hacer las paces, me da un paseo por el pueblo mientras llega el tren. Me cuenta que está muy orgulloso porque su novia está en Gran Hermano. Como ve que ningún tema me motiva, me dice entusiasmado: ¿Sabías que han descubierto que Dios es de Murcia?

óptica china

domingo, 4 noviembre 2018. Camino por la calle con un grupo. Lo lidera el poeta Irazoki. Dice que tiene una sorpresa para nosotros. Entran en una óptica. Me quedo atrás mirando las enormes aceras. Me fijo en que todos son chinos. ¿Cuándo llegamos a China?, pienso. Al entrar en la óptica un chino me dice con gestos que me dé prisa y que pase detrás de una cortina. Hay una grada de bancos que casi no se sostiene. Todo el grupo de ha colocado para una foto. Irazoki en el centro. Solo queda un sitio en la última fila. Al subir, casi caigo. Me agarró a la cortina y la descuelgo. Un chino sube rápidamente a engancharla y me dice algo al oído. Se ríe. Después de la foto todos desaparecen. Me quedo rezagada otra vez, mirando el suelo de la óptica. La han construido directamente sobre la acera. Al salir, subo una cuesta empinadísima. Se levanta viento, arranca una persiana y me agarró a ella pensando que si sale volando podré violar también. Dicho y hecho. Vuelo sobre la ciudad y sobre el mar. Cuando me canso, me suelto. Deberían aparecer unos delfines, como en las películas, y llevarme hasta la orilla. Así sucede, pero son tan pequeños que temo hacerles daño si me agarró a sus aletas.

guiños

miércoles, 31 octubre 2018. Parece un festival de música. Estoy sentada en el borde de lo que parece una roca. Buenas vistas. Veo pasar a Camilo con dos chicas. Camilo va vestido como Homer Simpson en el capítulo que, por estar gordo, trabaja desde casa. El público empieza a acoplarse a mi lado. Me empujan (como anoche en el "Bar Víctor"). Temo caer. Pienso que ojalá estuviera a medio metro del suelo para poder marcharme de allí. Dicho y hecho. Pongo los pies en el suelo, que antes era vacío, y me voy. Llego a la puerta de un bar. A una señora muy arreglada se le cae una etiqueta de cerveza al suelo. La recojo y se la doy. Quédatela, dice y me guiña. Veo que la señora entrega al portero una etiqueta como la mía y pasa. Hago lo mismo. Dentro hay una playa y piscinas naturales donde todos se bañan desnudos y se besan unos a otros. El portero/camarero que me abrió la puerta me guiña. Qué manía, pienso.

saco de cebollas

lunes, 29 octubre 2018. Llego a casa de mi abuela. La puerta está abierta. En el último cuarto están mi prima con sus hijos, mi madre y mi abuela. Al parecer, mi padre ha dicho que va a gastar todo el dinero que tiene en reunir a sus amigos para que vayan a su entierro. Mi madre enfurece y pega a mi prima y a mí abuela. Mi abuela, al llorar, se convierte en un saco pequeño lleno de cebollas. La consuelo, al ser cebollas, me hace llorar a mí.
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Jurdi y yo dormimos en el que era mi cuarto en la casa de mis padres. Donde estaba la puerta hay una ventana. Puedo ver edificios con ventanas e incluso lo que pasa dentro de esas casas. ¿Nos verán?, pienso. Salgo de la cama intentando no despertar a Jurdi y bajo a la calle. Alguien me dice que para cruzar al otro lado tengo que pasar por encima de una furgoneta y que es realmente difícil. La furgoneta tiene una escala hecha con grapas enormes. No tardó más de cinco segundos. Al otro lado hay campo. Han puesto jaimas y tenderetes donde venden ropa jipi/medieval. Intentan que me vista como ellos. Les cuento que de joven vestía de negro y me pintaba ojeras, dándoles a entender que no me va nada su rollo. Mientras les hablo, pienso en cómo podría largarme de allí cuanto antes y volver con Jurdi.

regañás y pinzas de madera

domingo, 28 octubre 2018. Veo dos piscinas enormes desde el cielo. Al ir bajando me fijo en que en una hay sólo niños y en otras sus padres jugando con una pelota. Pienso que preferiría estar en la de los niños, cada uno a lo suyo. En la de los niños hay una piscina adosada para bebés con apenas un palmo de agua. Está llena de "regañás". Están hinchadas y blandas. Las saco al bordillo. Llegan los padres de los niños y se las comen.
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Mi hermana me pasa un plato lleno de huesos de aceitunas que acabad de comerse. Ponme más, dice. Le sirvo un puñado de pinzas de la ropa.

muro, gusanos y tiza

sábado, 27 octubre 2018. La casa tiene es una sola habitación de planta cuadrada. Los muebles, incluidos los de la cocina, están pegados a la pared, dejando en el centro un espacio enorme. Organizarán bailes, pienso. Estoy sentada en una de las sillas y una señora se afana en limpiarlo todo concienzudamente pero con prisa. Le digo que se vaya, que yo me encargaré de todo. Me da las gracias y un trapo mojado, y desaparece. Miro a mi alrededor. Me gusta la luz que entra desde la calle. L ventana está apenas a dos metros de la acera. Entro y salgo por la ventana varias veces porque me gusta el roce del muro caliente cuando me dejo resbalar. Una pareja aparca su furgoneta y me hacen señas. Me dan un saco enorme. Súbelo a casa, es la comida de los niños, dice sonrientes. El saco está lleno de gusanos vivos. Intento que no escapen. Cuando me ven trepar por la ventana tengo que explicarles ue me gusta notar el muro caliente, etc. Estoy fascinado, dice el chico. Lo miro, pienso que es guapo. Al entrar, la casa ha cambiado de aspecto. Tiene habitaciones. Delante del dormitorio hay un mapa en el suelo y, sobre el mapa, unos gusanos verdes fluorescentes que en nada se parecen a los marrones que llevo en el saco. El chico los aplasta con la mano. El líquido verde brillante que desprenden tiñe algunas partes del mapa, ordenadamente (los ríos, los lagos). Abro una puerta y aparece un dormitorio con muebles verdes (muy bonitos) a los que les han pintado flores blancas y rojas (muy feas). El chico me mira orgulloso. Deja de gustarme en ese instante. Si me das una tiza lo arreglo en un momento, le digo. El dormitorio se convierte en una pizarra que ocupa toda la pared. La cuadriculo. El chico me mira desde un rincón. No sé bien si está enfadado o feliz.

última generación

miércoles, 24 octubre 2018. Se supone que viajamos en avión, pero en realidad es un autobús. El conductor, un hombre muy tosco, nos dice que bajemos a ver el paisaje y dentro de unas horas nos llevará al aeropuerto para continuar el viaje. El paisaje es precioso, desde luego, pero preferiría quedarme esperando en mi asiento. Me alejo del grupo, llego a un bar en mitad de la nada. Reconozco a David González. Me siento a su lado, pero parece no reconocerme. Sus amigos están arremolinados sobre un móvil de última generación. Me hace un gesto de "Son tontos". Saco mi móvil tipo castañuela. Con esto no hay quien se distraiga del trabajo, le digo. Nos reímos. De repente recuerdo que tengo que volver al bus que me llevará al aeropuerto. Ya se ha ido, dice David, sin dejar de escribir sobre el mantel de papel que cumbre la mesa.
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Salgo del coche. En el suelo del garaje hay una bolsa de plástico. Un vecino me pregunta si es mía como si la quisiera. Puedes quedártela, le digo. Está rota, responde y se va.  La tiro a una papelera. Salgo a la terraza de un bar. En las mesas sólo hay niños tomando refrescos. Hacen que fuman, pero en los ceniceros hay muñecos de goma. En uno veo a un Ideafix gris. Dudo si será el mío. En otro cenicero está mi llavero de osito. Me lo llevo sin ceremonias y muy mosqueada. Al entrar en el bar, se convierte en la cubierta de un barco, y está enmoquetada. Hay cientos de muñecos en el suelo,  parecen comestibles. Pruebo uno, sabe a cartón. Busco entre las escobas una que sea para alfombras. Todas están muy gastadas. Al barrer, los muñecos se deshacen y ensucian la moqueta. Siento una tristeza y una rabia enormes.

libélula

martes, 23 octubre 2018. Se supone que he dormido en casa de mis padres porque todos estamos en pijama. ¿Qué tal estás hoy?, pregunto a mi padre (parece que haya encogido durante la noche). ¡Genial!, responde y se retrepa en el sillón verde. Cuenta que una vez vino a casa la policía, le entregaron un ramo de flores mientras sonaba el himno nacional. Pienso que ha perdido la cabeza. En la cocina está todo manga por hombro. Hay que limpiar y hacer la comida, le digo a mi hermana, que aprovecha ese momento para desaparecer porque ha visto una araña. Es una libélula, le digo. Nada. Detrás del frigorífico descubro una alacena con otro frigorífico. La puerta del congelador no cierra porque está atiborrado de cajas de comida precocinada. Llevo unos cuántos al otro frigorífico y consigo cerrar la puerta. Habría que descongelarlo, pienso, pero no sé cómo apagarlo. Hay un enjambre de cables negros y amarillos. Mi hermana asoma la cabeza. Y se sorprende (para bien) de tanta comida en cajas. Si vieras mi congelador sabrías te darías cuenta de lo poco que nos parecemos, le digo.

bebé por gato

domingo, 21 octubre 2018. Caminamos por una pasarela estrecha construida con tablas de madera y cuerdas. Hay mucha gente caminando en ambos sentidos. A ratos hay que parar para dejar que pasen y no caer. Abajo hay vegetación, pero no estoy segura de si es muy profunda. Alguien dice "¡Dejen paso!", como si llevara a un enfermo, pero solo lleva un gato blanco peludo muy pequeño entre las manos. Al mirarlo fijamente, el gato se convierte en un bebé que me echa los brazos.

copilota

sábado, 20 octubre 2018. Me tienen que sacar sangre. Una enfermera va de un lado para otro con un par de tubitos en la mano. Me dice que la siga. No me fío un pelo. No parece un hospital, parece un banco o un edificio de oficinas con el que ya he soñado otras veces. Salimos a la calle. Veo a Eva, conduce un coche, le hago señas para que me rescate. Se baja para saludarme. No sé cómo, estoy dentro del coche en marcha. Ella corre para alcanzarme. Voy en el asiento del copiloto y nadie conduce. Al abrir puerta para que pueda subirse en marcha le doy un golpe al coche que circula a mi lado. El golpe me despierta.

muebles lacados

viernes, 19 octubre 2018. Entro con un grupo de personas al cuarto de estar de una casa. No sé dónde estoy, sin embargo sí sé que han cambiado los muebles (antes de madera, ahora lacados en negro). Todos se sientan alrededor de la mesa para jugar a las cartas. Parecen felices. No me gustan los juegos de mesa, así que salgo disimuladamente. Al fondo de la cocina hay una puerta que da al baño. Me extraña que estén juntos y recuerdo que en la casa donde veraneaba de niña era exactamente igual. Pero esa casa la tiraron, pienso. Entro al cuarto de baño para comprobarlo, pero las piezas no están en el mismo sitio. Está todo muy sucio. Al pasar junto al váter cae dentro una toalla pequeña. o sé cómo sacarla. Uso el mango de un cepillo de dientes. Después no sé dónde tirar el cepillo porque no hay papelera. Mientras tanto la cocina se ha ido llenado de gente joven que ha comenzado una fiesta.

el extraño viaje

jueves, 18 octubre 2018. Voy en un autobús o un vagón atestado de gente. No hace falta ni agarrarse ara no caer porque es imposible. Miro a mi alrededor pero no conozco a nadie. Casi no puedo respirar. Cierro los ojos. Cuando los abro, estoy sola.

tips

miércoles, 17 octubre 2018. Carmen y yo subimos por Alcazabilla. Demasiada gente y demasiada lluvia. No llevamos paraguas. Ella pelea por llevar una bolsa de plástico con libros (que son míos). Por su gesto sé que piensa que si los llevo yo acabarán mojándose. Durante todo el camino debemos de sortear, además de gente que parece estar de fiesta, un reguero de envases de detergente. Le cuento que he visto en youtube cómo hacer embudos con botellas de suavizando o, incluso, como hacer un tope de puerta con un chicle masticado. Ella pone cara de asco. Vemos pasar a Salvatore a toda velocidad. Lo seguimos, lo llamamos. Lleva una gabardina en plan inspector Gadget y la barba muy espesa y oscura. Se lamenta de que el hotel que iba a reservar está completo. Carmen se pone tremendamente triste y, por fin, me da la bolsa con los libros.

calcetines

lunes, 15 octubre 2018. Tengo un acto en el que fue mi colegio. No hay nadie en casa, no ha sonado el despertador. Alberto me llama para decirme que ha tenido que ir a regar y no llegará a tiempo para acompañarme. Abro un cajón y no encuentro dos pares de calcetines iguales. Llegó tarde. No pasa ningún taxi. Subo con trabajo la cuesta del colegio. Llegas tarde, me dice Julia, una chica que estaba en mi clase. La reconozco, pero la veo muy vieja. ¿Ella me verá igual de vieja?, pienso. Cuando llego al colegio me han preparado una sorpresa: mis tías y mi madre también están allí. Hablan a gritos, cuentan anécdotas que no vienen al caso. Deseo desaparecer.

gaseosa de bolita

domingo, 14 octubre 2018. Estoy en casa de mis padres. Tengo que volver a mi casa, pero me he mudado y no recuerdo cómo se llega. Cada vez es más tarde, cada vez está más oscuro. Llega mi prima Elisa, pero no sé cómo pedirle que me lleve a casa. De repente estamos en una especie de cine donde ruedan una película. Una actriz le ofrece a una gaseosa de las antiguas, de aquellas que llevaban una bolita. Le explica cómo se abre (forma parte de su papel). Elisa tiene que improvisar el diálogo.

hablar

miércoles, 10 octubre 2018. Antonio está sentado delante de mí. Dice que tengo que reaccionar de una vez, ponerme en marcha. Después de un rato de silencio, le digo que no es lo mismo que él hable de historia, por ejemplo, a que yo hable de historia. Tienes que hacerlo, dice. Y allí seguimos un rato, callados, frente a frente.

voz

martes, 9 octubre 2018. Camino con mi sobrina por el paseo marítimo. A ratos es una niña a ratos una muñeca muy pequeña con los ojos muy negros (ella los tiene azules). Llegamos a una casa (donde se supone que vive) para recoger a su hija. Les propongo que vayamos a casa de mi abuela. Se ponen muy contentas. Tanto, que les cambia la voz.

marcapáginas y tronos

domingo, 7 octubre 2018. Se supone que estoy en casa del escritor Chivite. Es una mansión muy blanca con enormes ventanales. Está viendo la tele, yo veo su espalda. Me siento en el suelo sobre una alfombra blanca, al fondo del enorme salón, esperando a que se vuelva, me vea y me diga que se alegra de que haya encontrado mi sitio en su casa. A mi izquierda hay varios platos de madera con trozos de madera pulida. Pienso que Chivite, en su tiempo libre, se dedica a hacer marcapáginas. De repente llegan dos de los hijos de Julio Iglesias (no recuerdo cuáles), vuelcan los platos sobre la alfombra y rebuscan. Las piezas de madera se han convertido en frascos de perfume, algunos se han roto y empapan la alfombra. Pelean entre ellos. Chivite parece no darse cuenta. Pienso que cuando toda la habitación apeste por la mezcla de perfumes los echará. Pero ni siquiera yo percibo el olor.
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Parece un bar excavado en una cueva. Busco los servicios y encuentro dos sillas de madera con agujeros. Están en un salón destartalado donde se amontonan cajas de vino y cubos de fregar. Se puede ver la cocina y a las camareras (y ellas a mí). No pienso orinar aquí, me digo. En el camino de vuelta me encuentro a tres tipos enchaquetados y engominados que buscan los servicios. Los mando a los tronos de madera, esperando que se pierdan o hagan el ridículo.

camareros de altura

viernes, 5 octubre 2018. Chivite y yo estamos en el tejado de un edificio. Nos tumbamos para no resbalar. Nos asomamos al vacío. Hay varias terrazas escalonadas con gente cenando. Una pareja debe creer que somos camareros porque nos dice que se tomarían una ensalada. Chivite saca varios trozos de tomate del bolsillo y se los lanza. Ninguno cae sobre la mesa. Podríamos habérselos bajado en ascensor, le digo. Eso no tendría ninguna gracia, responde.

verde

jueves, 4 octubre 2018. Alguien me da una bolsa de viaje de piel verde. Es muy bonita salvo que tiene las costuras cubiertas por un biés con publicidad de un banco.

de viaje

viernes, 28 septiembre 2018. Voy de un lado a otro con una maleta. Debo tomar un avión, pero cada autobús que cojo me deja más lejos de mi destino. La maleta pesa cada vez menos. Llega un momento en que se convierte en una bolsa de tela deshilachada y vacía. Aun así, no la tiro.

cine kino

jueves, 27 septiembre 2018. Entro con mi madre en el cine Kino de Praga. Al pararnos delante de cada uno de los carteles que hay enmarcados en el hall, comienza un brevísimo trailer de la película. En una de ellas Oeste hace el papel de taquillero de un cine. Está metido en una cabina muy pequeña de madera, rodeado de cómics y revistas de cine. Parece muy joven. ¿Qué, entramos a esta?, pregunto a mi madre, pero dice que no le convence.

fiesta muda

miércoles, 26 septiembre 2018. Parece una inauguración. Hay poemas manuscritos enmarcados en vez de cuadros. Todo es muy blanco. Los poemas son de Luis Alberto de Cuenca. También hay poemas suyos impresos en las blondas de las bandejas sobre las que han colocado los canapés. Me llama la atención que nadie hable con nadie.

el este es así

lunes, 24 septiembre 2018. Terraza, mesas largas de madera, parece una fiesta. Chivite esta sentado frente a mí, le cuento algo sobre Praga. Me pregunta con la mirada quien es el chico que está sentado a mi lado. Vicente. Le respondo, también con la mirada, que es el nuevo novio de mi madre. Chivite se ríe.
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Salimos con sigilo de un bloque que parece del este. Al llegar al último escalón que da al portal, aviso de que hay dos crías de cucaracha para que no las pisen. Una mujer con muy mala pinta sale del uno de los bajos. Nos pregunta quiénes somos. Le digo que venimos de programarle el vídeo a la vecina del último piso porque no sabe. Me mira con desconfianza. En un descuido corro a esconderme en otro de los bajos. Está decorado tipo años 60. Hay fotos enmarcadas de niñas participando en programas de la tele. Pienso que son las hijas del dueño del piso. Sobre un aparador hay figuras tipo Lladró de las niñas. Aparece el dueño. Para que no me vea levanto una mesa, la pongo con las cuatro patas había delante para que haga de escudo. Sin querer, con una de las patas, le doy un golpe a una de las figuras que cae y se rompe. Le digo al hombre que puedo pegarla, que soy muy hábil arreglando cosas. Me dice que no toque nada, que me vaya y lo deje solo. Parece tristísimo.

la pena y el pastiqué

jueves, 20 septiembre 2018. Voy en coche con un tipo muy tosco que, antes de bajar me pregunta: ¿Te gusto? No me gusta nada de nada, pero no se lo digo. No sé quién es, pero me da mucha pena. Entramos en el restaurante. Farolillos aquí y allá. Decoración supuestamente romántica con guirnaldas imitando parras y florecillas. Todo esto es de plastiqué y, aún así, no van a dejar que cenemos. Efectivamente, el maître nos mira y tuerce la cabeza. Nos dice que no tiene mesas libres (todas están vacías). Salimos dócilmente. Antes de entrar en el coche el tipo tosco vuelve a preguntar: ¿Te gusto? Es de noche, miro a mi al rededor buscando "algo". ¿Te has fijado en que llevas el coche abollado?, le digo por toda respuesta.

un lugar para dejarse caer

miércoles, 19 septiembre 2018. Paso de estar en una casa con un tipo que tiene que hacerme una foto para acompañar una entrevista, a seguir a un niño con mi cámara enfocándome solo los pies. Pienso en una película que solo siguiera los pasos de algunas personas, sin diálogo. El niño llega a un acantilado. De repente yo soy el niño y me asomo. Se ve todo un pueblo sumergido. El agua está transparente ¿Eso es el volcán Santa Margarita?, pregunto a nadie. Pienso en que sería un buen lugar para dejarse caer. De repente estoy con varios amigos repartiéndonos en dos coches. ¿Alguien se ha acordado de la comida?, pregunto, pero los amigos ya no están.

piscina de gelatina verde y una cabra parlante

domingo, 16 septiembre 2018. Alguien me ha invitado a pasar unos días en la casa de sus padres. Hay una piscina que, a ratos, parece estar llena de gelatina verde. Una chica escribe poemas en la terraza. Le digo que debería dejar de escribir cosas cursis como "paseamos de la mano". Un chico ha perdido su sándwich.  Lo encuentro detrás de una lámpara. Está relleno de albahaca y aceite. Me mancho las manos de verde. Pienso que quizá la piscina esté verde por eso, porque alguien antes que yo se haya lavado las manos allí. Comienza a llover. Todos dicen que hay que ir recogiendo. Les digo que siempre he pensado que la felicidad es bañarse en una piscina mientras llueve. No me hacen caso. Aparece una cabra y se abraza al chico que nos ha invitado. Le dice (a la cabra) que el curso ha empezado y tiene deberes de química. La cabra responde que ya lo sabe. Me sorprendo muchísimo de que la cabra sepa hablar. La cabra se vuelve, me mira y me saluda con un "Ah, hola". ¿Me conoces?, le pregunto. Sí, te conozco pero no te entiendo cuando hablas, dice la cabra.

sujetador

sábado, 15 septiembre 2018. Antonio y yo estamos en una habitación de hotel enorme. Desde el ventanal se ve la playa. Hemos quedado para preparar una charla. Ha traído varios trabajos encuadernados, dice que los repase y use lo que necesite. Sin pensarlo abro por la primera página, miro el índice y marco con bolígrafo lo que me interesa. Nada más hacerlo, caigo en la cuenta de que tengo que devolvérselos. Busco a Antonio para decirle lo que acabo de hacer, pero no está.
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Estoy en un dormitorio que se supone es el que compartimos mi hermana y yo. Un chico con mono blanco arregla algo en el techo subido a una escalera. Entran dos chicos con mono azul, dejan algo en el suelo y, al irse, le preguntan algo al del mono blanco y se ríen. ¿Qué te han dicho?, le pregunto. Que hay unas bragas en el suelo. Me levanto a recogerlas. Es un sujetador de mi hermana. Le pido disculpas por el desorden, le digo que no es mi dormitorio, que yo soy una maniática del orden.

montblanc

viernes, 14 septiembre 2018. Un tipo cumple 40 años. Mi madre, dice que hay que regalarle algo. ¡Date prisa!, dice. Envuelvo la pluma y el portaminas Montblanc que me regaló mi padre cuando cumplí 50. Estoy sentada en el rellano, junto a la puerta de la vecina de mi madre arrepintiéndome, pensando si quedaré muy mal si le pido que me devuelva al menos el portaminas. Mi madre sale y entra de casa de la vecina. Ten, dice y me da mi agenda. La funda está blanda y rota, como si hubiera pasado horas en el agua.

traductor

martes, 11 septiembre 2018. Hay un mirlo en la terraza que me despierta por las mañanas. Parece que hable con otro mirlo. Se lo cuento a alguien. Me dice que puede prestarme un aparato traductor, mirlo-español. Lo pongo junto a la puerta de la terraza y espero. El mirlo le dice a otro (hablando de mí): "No sabe vestir".

secador

lunes, 10 septiembre 2018. El periodista Quique Peinado va a entrevistarme para una revista de poesía. Quedamos en una peluquería. Para tener más intimidad (hay chicas de un lado a otro y señoras cardándose) metemos las cabezas en un secador. Estamos muy incómodos. Me trata de usted. ¿No crees que, ya que estamos tan cerca, deberíamos tutearnos?, le digo.

borrón

domingo, 9 septiembre 2018. Estoy en una clase con los pupitres colocados en gradas. Le paso a Joan El amante de Duras para que se lo pase a Sora que está en primera fila con Jurdi. Cuando llega a ella, veo que alguien por el camino se lo ha dedicado. Sora coge un boli rojo y comienza a tachar la dedicatoria hasta emborronarla por completo. El borrón es el dibujo de usa rosa perfecta.

noche y día

sábado, 8 septiembre 2018. Llego a la casa de mi abuela, es de noche y la puerta está abierta. Intento cerrarla, pero no encaja. Pienso que cualquiera podría colarse. Intento decírselo a mi familia, pero nadie me hace caso. Charlan en el comedor de pamplinas. En la mesa hay muchas fuentes con comida y copas, como si estuvieran celebrando algo. Salgo de la casa y llego en medio segundo a la Plaza de la Merced. Las farolas están apagadas y el suelo mojado. La gente sale a la vez de tres cines con caras largas a pesar de que en los carteles aparecen películas que parecen comedias. Todo me da la impresión de sucio y triste. Se hace de día de repente. Veo salir a mi sobrina Elena con sus amigas de una heladería. Llevan camisetas muy ajustadas y pantalones muy cortos. Vais desnudas, deberíais poneros algo de ropa para comer helado, les digo. Se enfadan muchísimo.

otro ascensor

viernes, 7 septiembre 2018. Llegamos a un ascensor. Junto a la puerta hay un cable de oro que, se supone, lleva allí enrollado un tiempo. Le digo a Alberto que necesito un trozo para hacerme anillo. Lo corta con facilidad y me lo da. Llega una familia: una mujer mayor con un bebé, su hijo grande simplón y el abuelo en silla de ruedas. El ascensor es enorme con paredes de cristal, cabemos todos (silla de ruedas y cochecito de bebé incluidos) y sobra sitio. La mujer me cuenta que el bebé es de su otro hijo, casado con una japonesa de nombre raro, por eso ella le llama "blablabla". El hijo simplón, que tendrá mi edad, dice que acaba de llegar de un campamento donde no lo han tratado muy bien. No sé qué me cuenta sobre todo el dinero que ha pagado, y total para que le obligaran a vestirse con uniforme. De repente estoy en una terraza sin barandilla. Una la señora de antes, ahora es joven y me habla desde la calle. Me tumbo en el suelo para no caer y asomo la cabeza para oírla mejor. Dice que le explique cuál es el secreto de las parejas. Nadie cambia, le digo resumiendo. La señora asiente. Reaparece ella misma de mayor con el bebé japonés en brazos y se sienta a mi lado en el suelo.

ascensor

jueves, 6 septiembre 2018. Al entrar en el ascensor de la casa de mis padres, dos señoras muy mayores dan una carrera y entran justo antes de que se cierre la puerta. Se ríen de su hazaña. Después hablan entre ellas con la voz engolada. No sé bien de qué me hablan. Les digo que en sitios pequeños es mejor hablar del tiempo, porque si se tocan temas trascendentes podríamos estar en desacuerdo y acabar muy mal. ¿Te imaginas?, ¡y aquí dentro!, se dicen una la otra y vuelven a reír.

chinchón

miércoles, 5 septiembre 2018. Estamos de excursión con un grupo de desconocidos  en un pueblo que se parece a Chinchón. Deambulamos por la plaza buscando un restaurante donde, se supone, alguien ha reservado para cenar. Alguien me dice que ya he estado aquí, en la boda de nosequién. Mientras esperamos a que preparen la mesa, miramos periódicos amontonados en el bar. Hay algunos con viñetas de Federico del Barrio. Todos lo admiran muchísimo. Me preguntan si es verdad que es amigo mío. Les digo que sí, y que es una persona normal, incluso tímida, a pesar de ser un genio. También, que hemos tenido mucha suerte con su novia porque es encantadora y muy divertida. Por fin nos dan la mesa, es enorme y cuadrada. ¿Cómo nos sentamos?, pregunto, porque si alguien te cae mal puede fastidiarte toda la noche. Se ríen, pero yo lo decía en serio.

nada de pasillos

domingo, 2 septiembre 2018. Dibujo los planos de una casa. Planta cuadrada, una habitación en cada esquina. Mientras dibujo, me digo en alto: "Nada de pasillos".
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Hablo con Penny ("The big bang theory"). me cuenta que le cuesta mucho hacer ejercicio cada día para mantenerse en forma. No me lo puedo creer, le digo con un tono algo exagerado, en casa te llamamos "Penny la deportista".

duelo

sábado, 1 septiembre 2018. Estoy con un grupo de personas a las que no conozco. Se supone que son testigos. Se supone que tengo que batirme en duelo con alguien. Ensayamos los pasos. A pesar de dar nueve no he conseguido alejarme, seguimos muy cerca. Aunque me ponga de perfil será fácil que me dé, pienso. Me alejo un poco del grupo. Un chico muy joven me sigue. ¿De verdad tenemos que hacer esto?, le digo. Vámonos poco a poco, sin decir nada, dice.

fuegos artificiales

viernes, 31 agosto 2018. Vamos en coche por calle María. Al final de la calle hay una cuesta de tierra y temo que las piedras que sobresalen puedan dañar los bajos del coche. Llegamos a un hotel y nos colamos porque queremos subir a la azotea para ver los fuegos artificiales. Entramos en una habitación enorme con rampas. Trepo por las cortinas, pero no hay azotea. Intentamos escapar antes de que nos pillen. Una vez fuera me doy cuenta de que me he dejado el bolso en el cuarto de baño. Entro con seguridad y le digo a la chica que limpia que he olvidado el bolso en "mi" habitación. Para demostrarle que es verdad saco un espejo de niña y un carnet que parece de juguete.

chupete

jueves, 30 agosto 2018. Estamos en un restaurante con dos mujeres y una niña (abuela, hija y nieta). No sé quiénes son. La niña lleva chupete a pesar de tener siete u ocho años Intento convencerla de que lo use sólo por la noche antes de ir a la cama, y le cuento que mi prima tardó tanto en dejarlo que se le formó un hueco entre los dientes. No me cree. Mientras, el camarero trae platos enormes que no coinciden con lo que hemos pedido y no tenemos bebida. Al fondo, veo salir y entrar a niños gordísimos con tupé y cazadoras de cuero.

espigas rojas

miércoles, 9 agosto 2018. Se supone que he leído la biografía de una escritora y en el libro aparecía la foto de su casa. La casa es simétrica. En la foto, la escritora está sentada en una silla, bajo una jardinera de espigas rojas. La jardinera y la silla están adosadas a la fachada. Llego a la casa. Las paredes son de madera. Hay vitrinas con juguetes y objetos idénticos a cosas que tuve de niña. Un chico muy joven con cara de ruso visita la casa. Coincidimos en un pasillo con barandilla que da al patio de entrada. ¿Te hago una foto en la silla?, me pregunta y desaparece. Vuelve con espigas rojas para que la foto sea idéntica, pero la casa se ha llenado de turistas y es imposible acercarse a nada. Desde el balcón se ve un paisaje rocoso dibujado en tinta.

test de woody allen

martes 28 agosto 2018. Me encuentro con Marcos por la calle. Ha conocido a una chica y quiere hacerle el test de Woody Allen para estar seguro de que es la buena. Marcos parece muy feliz, parece un niño.

dos metros

sábado, 25 agosto 2018. Helena mide dos metros, aunque sigue teniendo cara, voz y gustos de niña. Pienso en la sorpresa que se llevará Alberto cuando la vea. Yo ando de un lado a otro intentando no perder de vista a Ariadna, que también ha crecido mucho. Se supone que estamos haciendo tiempo hasta que Alberto llegue para llevarnos en coche a la isla que tenemos en frente. El paisaje se parece al que veíamos desde el restaurante Oia.

indigente

viernes, 24 agosto 2018. Alberto aparca cerca de nuestra antigua casa. Dice que dará una vuelta mientras me cambio. Llevo pijama y botas de agua. Entro en un restaurante-papelería. Como no hay mesa libre, abro una de playa y una silla plegable que llevo bajo el brazo. Dejo varias bolsas y busco algo para ponerme. No encuentro nada, sólo pañuelos de gasa que no son míos. Decido ir a nuestra antigua casa a cambiarme. Intento ir por calles secundarias para que nadie me vea porque voy medio desnuda. Vuelvo a buscar y encuentro una camiseta de Alberto. Me visto a escondidas a la entrada de un garaje. Una chica, que se supone que me conoce, me da ánimos, dice que vendrán tiempos mejores. Supongo que me ha pensado que soy una indigente. No me extraña. Intento darle explicaciones. Al llegar a la calle principal, no es Salitre, es Fernando el Católico. No sé cómo me he alejado tanto. Están en obras. Dudo si dar toda la vuelta o cruzar por encima del cemento recién puesto. El cemento. Entro en un restaurante que han montado, sólo para los albañiles, en una peluquería. Me siento en un taburete. He olvidado dónde iba y qué tenía que hacer.

escombros

martes, 21 agosto 2018. Llego a una casa en la que se supone que ya estuve (en otro sueño), donde el dueño me enseñaba su negocio, álbumes de fotos antiguas y me presentaba a sus hijos, hijas y nietos. Esta vez están de obras. Han sacado dos mesas grandes al patio para comer. En la del fondo comen los niños. Van llegando, se acuerdan de mí, se alegran de verme. Les digo que siento no recordar sus nombres. Diga lo que diga les hace gracia. Uno de ellos me pregunta si leí sus libros. Me levanto un momento, salgo al portón a respirar. Me encuentro con las hijas. Dicen que ahora tienen que marcharse, pero que para otra vez las avise con tiempo. Van de negro y del brazo, imagino que van a misa. Los obreros en la puerta siguen sacando escombros. Cuando vuelvo, noto que llevo un cable atado que tira de mí. Intentan cortarlo con un cuchillo. Me lo saco por la cabeza. Quiero largarme de allí, pero no sé cómo.

lava rosa

sábado, 18 agosto 2018. Voy a cada de mis padres. Me cruzo con varios grupos de niños. Me extraña que vayan solos por la calle porque es de noche. Algunos caminan desorientados (parecen pequeños zombis), otros sin embargo llevan chalecos reflectantes y el mayor los guía con un silbato. Al llegar a la calle de mis padres tengo que sortear a una masa de gente (masa no es metáfora: sus cuerpos forman parte de una especie de lava o espuma densa rosa que al avanzar se va ensuciando). Por fin consigo llegar al portal. Me reciben unas niñas muy delgadas (con poca ropa, por el enorme calor que hace), se abanicándose, me dicen que no queda nadie, todos se han marchado. Mis padres también?, pregunto extrañada. Han dejado aquí sus cosas y se han ido, no creo que vuelvan, dice. Abre una trampilla que hay en el suelo. Dentro hay ropa desordenada. No es de mis padres, mi padre nunca ha usado bóxers de cuadros, le digo.

oro gratis

viernes, 17 agosto 2018. Alberto y yo entramos a una tienda que ya no existe cerca de la casa de mis padres. Sobre el mostrador hay fruta escarchada. Alberto pide una bandeja porque sabe que me gusta. La chica dice que como es de noche no puede cobrar el oro. Imagino que se refiere a las frutas amarillas (me viene una imagen de la chica poniendo al trasluz la bandeja para ver qué fruta se deja traspasar por los rayos del sol). También compramos un vino blanco que lleva dentro una rama parecida a las biznagas. Al salir la calle está cubierta de barro. Justo antes de entrar en el coche aparece Antonio. Me alegro muchísimo de verlo. Tenemos vino y oro gratis, le digo entre risas. Entramos al coche por una puerta y salimos por otra a una playa, directamente a la orilla (dejamos los zapatos dentro del coche). Luce un sol radiante.

reloj de sol

miércoles, 15 agosto 2018. Estoy en casa de mis padres, tengo que volver a casa y se me ha hecho muy tarde. Mi madre se asoma a la terraza. Dice que las calles están a oscuras, no hay ni una sola farola encendida y ya no pasan autobuses. Tendrás que pedir un taxi. Mi hermana marca un número, pero no se oye nadie al otro lado. Espero un poco. Miro el reloj de pared. ¿Se le han roto las agujas? Mi madre dice que las han cambiado por unas de sol. No comprendo nada, sólo quiero irme de allí cuanto antes.

maizena

lunes, 13 agosto 2018. Una chica japonesa monísima, con la piel muy blanca y ninguna arruga, dice que quiere operarse. Se suceden imágenes de la operación como en una pesadilla (le ensanchan la nariz, le recolocan los ojos hasta que le aparecen bolsas, le ponen prótesis en la mandíbula, etc). El resultado es un chico barbudo con cara de asesino.
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Llego a casa de mi abuela. La cancela es una jaula. Dentro hay tres niños que parecen ingleses. La madre me dice desde su autocarabana que tenga cuidado, que no se me escapen. Entro al jardín. Ella me sigue con el más pequeño de la mano. Al llegar al comedor, una de mis tías está cenando con mis primas (son dos niñas). Todo me parece un decorado. Han cambiado los cuadros por fotos enmarcadas. La inglesa dice que su niño quiere hacer pipí y bombones (supongo que es un eufemismo para hacer caca). Mientras el niño entra al cuarto de baño, ella va a la cocina. Dice que huele a Maizena y que le gustaría tomar una. Pienso que nos ha tomado por un restaurante. Cuando mi prima Elisa (que se ha hecho mayor de repente) va a preparársela, la inglesa dice que la que ella tomaba era "sabor té". Mi prima, sorprendentemente, encuentra una caja. Bajo las hornillas hay un listado de libros que el fuego puede leer. Elisa le da a elegir. La inglesa no sabe. Elige a Mrozec que es muy divertido, le digo. Yo también cenaba Maizena de niña, les digo. Ni caso, actúan como si yo no estuviera. Me fijo en que la cocina también ha cambiado. dentro del frigorífico hay una ducha.
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Mi madre dice que hay que pasear al perro. No sé a qué perro se refiere. me pone un pendrive en la mano. Si tiras de la correa, sale el perro, y procura no decir tu nombre porque el perro cree que vas a sacarlo a pasear y se pone muy nervioso. Miro el pen en la palma de mi mano. "Isabel", digo en alto. El pen da saltos, lo oigo ladrar.

firmas

jueves, 9 agosto 2018. Alguien dice que tenemos que firmar unos papeles.  Firma al margen, dice mi tía. No hay márgenes, son una especie de recortes de periódicos muy viejos del tamaño de un billete de cinco euros. Intento escribir mi nombre, pero cuando llevo firmados dos, veo que he escrito Víctor.

disfraz

miércoles, 8 agosto 2018. Alberto va vestido muy raro. Dice que tenemos que irnos ya, que me ponga algo, que vamos a una fiesta de disfraces. Siempre voy de espantapájaros, le digo.

sombrero de gánster

sábado, 4 agosto 2018. Estoy en la primera planta de lo que parece un centro comercial. Veo la escalera mecánica y un poco de la planta inferior. Oigo decir a alguien que llega el escritor Chivite (en el sueño consta que vuelve del hospital porque se ha operado la cara). Lo veo entrar. Lleva la cara completamente vendada, gafas de sol negras y un sombrero de gánster. Se acerca a la escalera mecánica. Deseo que la escalera invierta su sentido para que no pueda subir. La escalera, por arte de magia, comienza a bajar.

desatarse

miércoles, 1 agosto 2018. Juego a que me han secuestrado. me ato a una columna que hay junto a una ventana en una habitación vacía. Espero a que algún vecino me vea, no sé bien si para que venga a rescatarme o sólo para reírme. Al cabo de un rato me fijo en que el edificio de enfrente está abandonado, así que nadie me verá. Me desato y me voy. Llego a otra habitación enorme, igualmente vacía, solo que en esta el suelo está cubierto por un colchón y una sábana enormes. Dos chicas hablan de sus cosas sentadas a la entrada. Paso por su lado sin saludar, recojo mi ropa, la meto en una bolsa de viaje y me marcho. Dejo una lista escrita a mano a las chicas. Son cosas que iba a comprar pero no pienso volver a Ikea, les digo.

patatas

lunes, 30 julio 2018. Subo con mi madre hacia casa. Vamos hablando de cosas normales, cuando de repente se para delante de una de las casa e intenta abrir el timbre con un llavero como si fuera la puerta. El dueño de la casa me mira aterrado. La cojo del hombro, seguimos subiendo. Dice cosas sin sentido. Le hablo con normalidad mientras pienso que quizá no recupere la cabeza. Al llegar a casa, me encuentro en el suelo de la cocina un periódico abierto con patatas encima. Salgo un momento a abrir la puerta de la terraza. No tardo ni treinta segundos Al volver las patatas están podridas.

kiosco

domingo, 29 julio 2018. Estoy en un hotel futurista decorado en blanco y naranja. La habitación es enorme y tiene un pasillo larguísimo que lleva a un cuarto de baño aún más grande que la habitación. En el cuarto de baño hay incluso una cama de matrimonio. Tiene dos puertas que dan directamente al hall. Están abiertas. Hay puerta extensible plegable como la que había en mi clase de 3ºEGB. Intento cerrarla, pesa mucho. Aparecen dos chicas con uniforme que me piden perdón por haberla dejado abierta. También por el ruido que arman los turistas en la piscina. Están de vacaciones, les digo para tranquilizarlas.
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Al pasar por un kiosco pregunto si venden trajes de gitana para bebés de año y medio, y cuánto cuestan. Doce euros. Pues uno azul. Lo envuelve con todos sus complementos: zapatos, collar, pulseras y hasta la flor para el pelo. El paquete parece una de esas tiendas de campaña que al plegarlas se quedan en un círculo. Son quinientos euros, dice. Por un momento dudo si pagarle porque me da vergüenza decirle que es muy caro. No sé si darle cinco euros por las molestias y largarme.

color vino

sábado, 28 de julio 2018. Llego al hall de un hotel. Voy en pijama. Fernando Aramburu es el recepcionista. También va en pijama. Sale de detrás del mostrador. Cuéntamelo todo, dice. Le cuento algo sobre mi amiga Salud mientras me acompaña a un pasillo con muchas puertas color beige. La moqueta del pasillo es color vino. Esa combinación me da sueño. Aramburu abre una de las habitaciones. Pasa y descansa, dice.

bolso

viernes, 27 julio 2018. Coso un bolso igual al que llevaba Caroline en "La casa de la pradera". No me cuesta nada hacerlo exactamente igual. Cuando está terminado, lo guardo en un cajón que tiene una etiqueta de dice "Pamplinas".

toquecito

miércoles, 18 julio 2018. Alberto y yo llegamos a un bar. Compartimos mesa con un tipo que según pasa el tiempo se va tumbando en su silla hasta desaparecer. Se me acerca una chica. Hola Isabelbono, dice dándome un toquecito en el hombro y sigue su camino hacia dentro del bar. Su amiga me saluda desde su mesa. Dice que ha leído mi blog. Pienso que se refiere a este, pero dice que no lo conoce. Pues qué raro, estoy soñando contigo ahora mismo, le digo. Le pido su mail para enviárselo. La otra chica vuelve con un chupito de cerveza roja.

casi espejismo

martes, 17 julio 2018. Una habitación con mesa larga. Pablo sentado con la espalda pegada a la pared. Dice que cuando se pierde se busca en algún libro. Querría decirle que es mejor buscarse en lo que uno escribe, pero Pablo ya no escribe. Habla del negocio de la mujer de uno de sus hermanos, pero no puedo prestar atención porque acaba de aparecer Antonio de la nada. Dice que su empresa no fue bien precisamente por eso. Pablo dice que podría contarle el secreto. Los miro hablar, no sé de qué hablan, pero los miro hablar.

lupas envueltas

lunes, 16 julio 2018. Agustín me da un librito cuadrado compuesto por varios libros de varios autores. Se supone que nos encargó un texto de seis páginas. Estoy muy agobiada porque sólo fui capaz de escribir cinco. Veo que cada cual ha hecho lo que ha querido. Javi, por ejemplo, ha pegado fotos y vídeos de él y sus amigos viendo un partido de fútbol. Natalia a envuelto objetos en trocitos de telas estampadas, etc. Agustín quiere que le dediquemos el libro. Leo otras dedicatorias, todas comienzan. "Para Willy...". No comprendo nada. 

hamacas

domingo, 15 julio 2018. Salgo de la casa de mis padres con intención de no volver. Para obligarme, precisamente a no volver, salgo descalza. Al llegar al paseo marítimo un chico me pide opinión sobre la decoración de su nueva casa. Pienso que quizá sea una excusa, pero lo acompañó de todos modos porque no tengo nada mejor que hacer. Nos recibe su mujer y dos niñas. Tienen un patio circular precioso. Tenéis que poner varias hamacas colgando de los postes de madera y hacer fiestas. Dicho y hecho: comienza una fiesta. Alguien dice que son las cinco. Pienso que mi madre estará preocupada porque no he ido a comer. También en Oeste, que me esperaba en "La chancla". Intento llamarlos, pero el móvil no funciona. Pienso en que cuando quede con Oeste, al volver a casa, la ropa me olerá a tabaco.

marionetas

sábado, 14 julio 2018. A la salir del cine veo a Joaquín Reyes tirando cajas a una cuba. Me acerco. Hay tarjetas de visita, libretas con dibujos, marionetas. Me acerco al portal del que sigue sacando cajas. Es un taller con varias máquinas de coser, dibujos y patrones de marionetas y juguetes que ha inventado y construido. Me da una libreta de collages preciosa que me recuerda al libro La vida puede ser una lata.

okupa

viernes, 13 julio 2018. Llegamos a un apartamento que parece hayan abandonado a toda prisa. Hasta hay una croqueta en la sartén. Termino de freírla. En un armario hay varios tintes para el pelo. Pienso en si mi madre querría alguno. Sobre la encimera hay varias cucharillas de helado. Me acuerdo de Míchel: dijo que le gustaban y pienso en llevarle dos. Al final dejo todo como está. Meto la croqueta en un vaso de leche fría y me voy.

sirope

jueves, 12 julio 2018. Llego a la terraza de un bar. Hay una mesa muy larga pegada a la pared. Todo el mundo quiere sentarse al sol menos yo. Todos se sientan en un extremo y yo sola al que queda a la sombra. Alguien me sirve un plato de postre con mi antiguo móvil. Una de las chicas que quería sentarse al sol lo cubre de sirope como si fuera una tortita.

teléfono gris

sábado, 7 julio 2018. Estamos en Praga y hemos quedado con Marcos en un museo que parece un patio andaluz. Lo que hay dentro da vergüenza ajena y salimos aguantando la risa. Se ha hecho de noche y las casa parecen sacadas de una película de Tim Burton. Esta te gustará, le digo a Alberto que se agarra con las dos manos a la reja, emocionado. Mientras caminamos hacia el tranvía Marcos y yo hablamos animadamente. Al subir, se transforma en un teléfono gris de rueda, típico de los años sesenta. Sigo hablando con él a través del micrófono.

nave nodriza

jueves, 5 julio 2018. Entro en una perfumería enorme y muy antigua sólo por verla, así que le pregunto al dueño por un perfume que sé que ya no existe. Pone un catálogo enorme sobre el mostrador y pasa las páginas lentamente. Nada. Llegan los hijos, se supone que ya estuve allí el día anterior y que el padre les habló de mi. Me preguntan si me gustaron los vídeos caseros. Una de las nietas pregunta por una muñeca. Le digo que yo la tenía de pequeña, no la conservo, pero puedo dibujársela. Nos despedimos en la acera. Vemos pasar una nave espacial enorme.

insignia

lunes, 2 julio 2018. Llego a casa de mis padres. Junto al ascensor hay una tele donde aparece Marianne Faithfull casi de niña. No recuerdo que hiciera une película tan joven. El ascensor se abre y sale Pablo. Me pregunto de dónde vendrá. Le pregunto si quiere subir a casa de mis padres a ver la película. Lleva una insignia rectangular en la chaqueta. ¿A qué no sabes de qué es?, dice. Del colegio, me la prestabas, me la ponía en la cazadora vaquera gris. Según voy diciendo la frase voy bajando la voz.
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Alberto y yo vamos en los asientos traseros de un coche sin techo (no descapotable, sin techo) que parece de juguete. Sonia conduce. Aguado de copiloto. Sonia le habla de todos los premios de poesía a los que quiere presentarse. Llegamos a un hotel. Aguado lleva una bolsa de plástico muy pequeña. ¿Te cabe ahí el equipaje de los dos para tres días?, le pregunto sorprendida. Y me excuso por llevar una mochila enorme a la espalda. Es que siempre viajo con el ordenar completo, le digo.

chapa

jueves, 28 junio 2018. Reunión en casa de mis padres. Alguien dice que es la hora del baño. Ferran y una niña se levantan de la mesa y van al dormitorio de mis padres. La niña se mete en un armario. Mientras Ferrán se desnuda me cuenta que ha encargado una chapa que me va a encantar. Me cuenta algo sobre un movimiento político de la edad media con un nombre muy largo y complicado. Pienso que si limpio las gafas me enteraré mejor, pero se me rompe una patilla. Y esa es la imagen de la chapa, termina diciendo en tono triunfante.

cama de espera

lunes, 25 junio 2018. Daniel y yo entramos en un concesionario. Hay un mostrador en forma de u invertida y en el centro de la sala una cama. Nos tumbamos a esperar a que nos atiendan.

lo conocido

sábado, 23 junio 2018. Camino por una ciudad que no conozco. Llego al paseo marítimo. Se divide en bosque a la izquierda y playa de piedras a la derecha. Elijo la playa porque el bosque está muy oscuro. Llevo unos tacones muy altos que se clavan en la orilla. Pienso que ya he estado en esta playa. Y al pensarlo siento una tristeza enorme.

mundial

viernes, 22 junio 2018. Mi familia comenta un partido de fútbol animadamente en una habitación que no reconozco. Me fijo en que hay alguien en la cama. Es Jota. Le pregunto si está enfermo o si quiere dormir. No dice nada. Va vestido de futbolista.

cabras con plumas

jueves, 21 junio 2018. Parece la casa de mi bisabuela. Todo está muy desordenado. La familia me azuza para que salgamos ya (¿a cenar?). Les digo que no encuentro mis cosas, que todo está revuelto y he tenido que hacerlo yo todo durante el día, que no ayudan en nada, al contrario. En la casa no hay luz, sólo la que entra de la calle. De repente estamos en una habitación muy blanca con las paredes de baldosines. Sobre una mesa enorme hay un montón de platos con distintos dulces y tartas. Hay que comérselo todo, dice una de mis tías. Pregunto dónde están las galletas que hice. Nadie responde. Hay niños a los que no conozco. Todos comen como sin apartar la vista de la comida. Por la ventana veo pasar una comitiva del PP haciendo campaña para que les voten. Llevan dos cabras con penacho de plumas sobre la cabeza. Parece un funeral siniestro.

sangre

martes, 19 junio 2018. Parece un teatro pequeño o un salón de actos. Tres chicos actúan en plan Club de la comedia. Uno de ellos es Pacho. Un chico del público me pregunta si me he bañado vestida, en la playa, alguna vez. El salón de actos es de repente una playa sin arena, sólo piedras y está nublado. De repente, una cristalera entre la playa y nosotros. Le pregunto a Cristina si se acuerda de aquel día que nos bañamos vestidas. No, nunca hicimos tal cosa, dice. Miro al chico y me encojo de hombros. Mientras, Pacho ya ha actuado y me lo he perdido. Lo veo azuzar al público para que aplauda. Noto que me ha venido la regla. Busco un servicio. Llevo una bolsa de deporte llena de ropa, pero no hay compresas ni tampones, sólo pijamas y sudaderas. De repente me doy cuenta de que el servicio no tiene techo. Hay varios bloques de pisos a mi alrededor.

piedra unamuno

viernes, 15 junio 2018. El suelo del comedor de la casa de mis padres está lleno de cápsulas de levadura de cerveza. Mi padre le dice a mi hermana que barra antes de irse. Responde que tiene mucha prisa, pero todavía pasa un rato delante del espejo del cuarto de baño. Barro. Bajo un sillón hay un plato con restos de comida. Pienso que quizá mi madre se lo ha guardado para la cena, así que lo dejo donde está. Sobre la mesa hay platos sucios revueltos con relojes de bolsillo y el pijama nuevo que le llevé a mi padre. Se queja de que no le han arreglado algo bien y tendrá que volver. Pregunto si es verdad que ha salido solo, pero nadie responde. Mi padre me pregunta si sé dónde venden una piedra que se llame Unamuno. Le digo que si quiere le llevo una piedra y que él le ponga el nombre que quiera. Friego todos los platos sobre la misma mesa, no sé de dónde sale el agua ni a dónde va a parar, pero no mojo nada y termino muy rápido. Recuerdo que Alberto está solo en casa y no sé si habrá comido. Camino con mi hermana por Capuchinos. Veo un perro marrón lanudo muy serio y otro negro más grande que se acerca a provocarlo. Mira, el perro negro parece una llama, le digo a mi hermana. No lo mira, cruza, dice que va a gastarse la quiniela que acaba de acertar, y se despide agitándola como si fuera un pañuelo.

adoquines

jueves, 14 junio 2018. Calle adoquinada. Va llegando gente. Extienden mantas de pícnic sobre los adoquines y se tumban. No conozco a nadie, intento pasar desapercibida y hago lo mismo que todos, solo que la manta me la pongo por encima. Noto los adoquines fríos bajo las piernas. Me ha salido una oreja en el muslo. La calle está llena, los últimos que van llegando tienen que quedarse en pie. Reconozco a Oeste, le hago señas. Nada.

blue ice

martes, 12 junio 2018. Una pareja (chico y chica negros) sentada en el centro de la sala de espera. Una mujer (blanca y gorda) con media docena de hijos. A pesar de tenerlos a todos sentados, le pide al chico que le dé su silla. También cinco euros por haberla usado. El chico se levanta, le da la silla y el dinero sin rechistar, y busca otra silla libre. La situación se repite varias veces y cada vez le pide más dinero. No quiero decirle nada delante de sus hijos, salgo, busco una enfermera, se lo cuento. Le digo que saque a la mujer de la sala con cualquier excusa para poder decirle que es una sinvergüenza. Al volver, la pareja es nórdica. El chico me dice que su colonia favorita se llama "Blue Ice", la huelo en su jersey. Este perfume es ideal para la lana, pero no para el verano, le digo. Mientras, la chica intenta graparme algo en la camiseta.

cachorros

sábado, 9 junio 2018. Llegó tarde a un examen. Todos están sentados y escribiendo. Al fondo de la sala hay una mesa con sobres. Cojo uno. En vez de tener preguntas tiene regalos (una pulsera, un anillo, unas almendras, cosas así). También hay una libreta donde han pegado fotos de modelos tumbadas con todos sus bebés encima como si fueran cachorros. Intento encontrar folios para hacer el examen. Veo un hueco en el rodapié que hay bajo la pizarra. Hay una caja con papel. Al meter la mano la caja se hunde en el hueco. Finalmente me siento al fondo de la clase y miro los regalos extendidos sobre la mesa. Tampoco tengo boli ni he estudiado, así que da lo mismo, pienso.

partido

lunes, 4 junio 2018. Entro en un cuarto muy pequeño con dos sofás enfrentados. Hay una tele a la que mis padre y Salva miran. Partido de fútbol donde sólo enfocan a las gradas, no a los jugadores. Se ven aficionados dando saltos de alegría. Salva también salta sobre los dos sofás, de uno a otro. De repente ice que se siente muy mal, que algo le ha cruzado la cabeza.

cristal y corcho

domingo, 3 junio 2018. Fran y Ansel van a venir a visitarme después de 46 años sin vernos. Busco y ordenó las fotos que tengo suyas para dárselas. Se lo cuento a Joan mientras visitamos una especie de biblioteca muy antigua que huele a madera encerada. Joan dice que entretenga al director mientras arranca una pegatina independentista de una puerta con cuarterones de cristal. Salimos a un patio. Allí nos espera un grupo para la presentación de un libro. Entre ellos, Cumpián y Oeste que parecen de muy buen humor, quizá porque les hace gracia ir vestidos igual, con camisas de cuadros idénticas y pantalones claros. Las camisas son iguales a una que tenía mi padre de joven y que yo me ponía de adolescente. Salimos a la calle a través de otro patio con macetas. El suelo está lleno de cristales azules rotos, como si hubiera habido una fiesta en la que sólo se ha bebido agua. El director de la biblioteca agarra una escoba y se pone a barrer. Me ofrezco a hacerlo yo, pero niega con la cabeza mientras llora procurando que no lo note nadie. Si llegó a saber que vienes te hubiera traído una cosa de corcho que tengo para ti, le digo a Oeste.

nievan días

sábado, 2 junio 2018. Estoy ayudando a buscar a unas niñas que se han perdido. Pasa el camión de la basura, van dormidas en la parte de atrás. Intento alcanzarlo, pero en ese momento veo que un incendio avanza, como lo haría un tsunami, hacia el edificio. Recuerdo que todos los vecinos y mi familia están en casa. Corro al portero automático para avisarlos, pero la ola de fuego se traga el edificio. Al cabo de unos segundos todos van saliendo aturdidos. Una vecina lamenta haberse quedado sin un calendario que había hecho ella misma con papeles de colores. De repente trozos del calendario caen desde el cielo, como si nevaran días. En ese momento llega Chivite y me ayuda a recuperarlos. Se los damos en una bolsa de supermercado a la vecina que, felizmente, dice que se va a vivir a otra ciudad. Chivite lleva sombrero de paja.

cebolla pequeña

viernes, 1 junio 2018. Llegó a una casa que no es la mía. El ascensor está roto y he tengo que subir hasta el último piso por las escaleras. Suena el móvil. Una mujer me cuenta tonterías sin parar y tengo prisa. Le cuelgo de malos modos. Mi hermana y mi prima duermen. Les digo que si quieren llegar a la fiesta de disfraces deben levantarse. Alberto sale en pijama de otro dormitorio. Debo preparar una tortilla para llevar a la fiesta, pero en el frigorífico solo hay una cebolla pequeña. Me entran ganas de llorar.

pelo azul marino

lunes, 28 mayo 2018. Parece una fiesta jipi en un cortijo. Hablo con una chica que se parece a Ana Belén. No sé de qué hablamos, pero acabo por decirle que le han salido muchas canas. Cruza los brazos sobre la mesa y hunde la cabeza, solloza. Me explica que es por el año que ha pasado, y yo asiento (en el sueño consta que yo sé que ha estado cuidando de su padre hasta que murió). Le pregunto si su padre tenía canas. Sí, dice emocionada. Le digo que todo se hereda. Al levantar la cara feliz, me doy cuenta de que no es Ana Belén. ¡Pero si eres Lolita!, le digo. Todos se ríen porque es Rosario. Después aparece una chica y decide teñirme el pelo de azul marino. Y yo la dejo.

tsunami y disculpas

domingo, 27 medio 2018. Llegó a casa de Salud. La habitación de Paul está desordenada. Hago la cama y ordenó sus cosas. Salud dice que no hace falta porque no volverá hasta el mes siguiente. En ese momento entra Paul. Nos sentamos en el jardín, me cuentas qué tal le va en Murcia. Oímos un ruido. Hazte pequeño, le digo con urgencia. Ahora es un muñeco de no más de diez centímetros. Me lo guardo dentro de la camiseta y corro a abrazarme a una farola. Se supone que llega inminentemente un tsunami.
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Llego a un bar. A la entrada hay tornos como en el tren de cercanias. Las monedas de me caen varias veces. Finalmente consigo entrar. Es un vagón-bar cuadrado con sofás tipo módulos alrededor. Solo hay señoras mayores. Intento encontrar a alguien conocido. Veo a Adriana, está llorando. La consuelo acariciándole el pelo. Se acerca Christina Rosenvinge. Saluda levantando el pulgar. Le doy la mano, creyendo que me la tendría. Nos reímos, no sabemos que decir, nos disculpamos. Somos cada una más tímida que la otra. Le pido disculpas por un libro que le envié hace años. Le digo que era muy malo, que ahora escribo mejor.

buitres y chanclas

sábado, 26 mayo 2018. Una mujer coloca a su perro en un paso de cebra. Le ha atado las cuatro patas. Le pregunto qué pretende. Dice que quiere librarse de él y va a dejarlo allí para que lo atropelle algún coche. Intento ayudar al perro, pero se va haciendo cada vez más grande hasta que llega a tener el tamaño de un caballo. Entro en un bar en busca de ayuda, pero alguien dice que los buitres han llegado y se lo están comiendo.
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En casa de los vecinos de mi abuela hay una fiesta. Están toda mi familia y algunos de mis amigos. Algunos llegan con su propia silla. Sonia y Míchel llevan sillas de tijera. Alguien le dice a Sonia que no coja peso. Le pregunto si está embarazada y me responde cambiando de tema. Oigo cantar el cumpleaños feliz en la cocina. Hay otra fiesta paralela. Todos se han puesto de acuerdo para regalar algo a Vicente y no han contado conmigo. Cuando veo el regalo (unas chanclas azules usadas muy cutres y un tanga a juego), me alegro de no tener nada que ver. Me acerco a darle un beso. Hablamos de los viejos tiempos y de Peter Frampton.

fantasma y barro

martes, 22 mayo 2018. Es de noche y hay ropa tendida. Miro hacia la terraza y veo pasar a un niño en pijama. Pregunto si lo ha visto alguien más o ha sido una alucinación. Todos lo han visto, pero a nadie parece importarle. Mi padre sale a buscarlo. Está lloviendo barro.

perro perdido

lunes, 21 mayo 2018. Una chica me pregunta si un perro de lanas que lleva con ella es mío. No me gustan los perros, respondo. El perro me mira con cara de pena. Decido ayudarla a encontrar a sus dueños. Cuando vamos a preguntar en una heladería, el perro nos dice que lo ataron a la puerta de un estanco.
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Necesito comprar urgentemente una libreta y un lápiz. No encuentro ninguna con las páginas en blanco, todas tienen cuadrícula o rayas. Veo a un montón de gente que baja por un camino estrecho hacia la playa. La playa está cubierta de nieve y todo el que pasa se hunde hasta las rodillas. Llegamos a un restaurante. Dos chicas montan una mesa sólo para mí delante de las puertas de los servicios. Ir y venir de gente, mal olor y ruido de cisternas. Subo al comedor. Hay una mesa enorme preparada. Por una parte no quisiera cenar con toda esa gente a la que no conozco, pero por otra me sienta mal que me hayan sentado sola. Los comensales se arremolinan para escuchar a alguien que se ha puesto a leer poemas. Reconozco los poemas. No son así y además pronuncian mal los nombres de los autores. No digo nada. Me escabullo como puedo.

brush

sábado, 19 mayo 2018. Entró en un cuarto de baño muy sucio. Detrás del váter, donde debería estar la cisterna, hay un frigorífico abierto. Un chico come sobre una mesa abatible que se apoya en el váter. Intento limpiarlo con cuidado con una manguera y un brush de los que usan para limpiar las cubiertas de los barcos. El chico se enfada muchísimo porque dice que le he salpicado sus pantalones nuevos. Me sorprende su repentina escrupulosidad. Detrás del váter descubro un perro muy flaco y una iguana a la que alguien ha pintado el lomo de colores. Busco algo en el frigorífico para darles de comer.
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Salgo de una tienda de altavoces en miniatura. Al verme reflejada en un espejo me doy cuenta de que voy desnuda. Llevo la ropa doblada sobre el brazo. Me visto tranquilamente y vuelvo a mirarme en el espejo. Esa ropa no es mía y no sé de dónde ha salido.

carroza y calzoncillos sucios

viernes, 18 mayo 2018. Hay mucha gente esperando en la calle. Pregunto. Al parecer ha muerto la abuela de Odila y han organizado una cabalgata en su honor. Odila y su madre bailan sevillanas vestidas de flamenca en una carroza.
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Estoy en la azotea de un hotel. Cada vez que me asomo al jardín, más alta está la azotea. Distingo a Sonia y Míchel que caminan en bañador hacia la piscina. Los saludo desde arriba. También veo una aglomeración a las puertas de un hotel. Se supone que se celebra una boda. Bajo. Sonia lleva un abrigo con botones enormes. No sé cómo le ha dado tiempo a cambiarse. Dice que tengo que darme prisa. Corro a recepción. En el hall se han colado pájaros. Una chica me pregunta si soy la de la 8, la que no sabía usar el cepillo eléctrico para peeling. Le digo que soy la de la 6 que no tenía secador. Me acompaña con otra chica, pero en vez de llegar a la habitación llegamos a una sala de exposiciones. A la entrada, un chico me dice que está haciendo una encuesta. Me enseña tres calzoncillos: blanco, beige y gris. Tengo que elegir uno. Elijo el más limpio. El chico lo apunta en una libreta, parece contrariado. Le digo a las dos chicas que entren ellas a la exposición, yo tengo una boda.

canadá

miércoles, 16 mayo 2018. Suena el teléfono, está en una especie de montacargas que hay en el pasillo. La voz me resulta familiar, pero hasta que pasa un rato de conversación no reconozco a Omar. Lo noto triste, le pregunto dónde está. En Canadá, dice. Me cuenta que quiere que convierta la novela en un libro de poemas y él la ilustrará con fotos. Después se queda callado, no sé si está llorado. No le pregunto. Por no colgar, le voy describiendo lo que veo. Recorro la casa, veo humedades en techos y paredes.

tijeras y botas de montar

martes, 15 mayo 2018. Estoy en la cama. Delante tengo un pasillo largo en penumbra. Veo la silueta de un hombre rebuscando en un cajón, levantando unas tijeras enormes para mirarlas bien a la luz. El hombre se acerca y me clava las tijeras a la altura del hígado. (Justo donde me dolía por la noche cuando me acosté.)
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Alberto y yo estamos de visita en una especie de convento. Hay un pasillo larguísimo con puertas a los lados. Una campana indica que es la hora de comer. Llegamos a un comedor de mesas corridas y nos sentamos con una familia. Alguien dice que a fulanita y menganito les han tocado unas botas de montar y pueden ir a recogerlas. Una pareja chico/chica muy jóvenes corren entusiasmados hacia la puerta. Miro a Alberto como diciéndole: Yo aquí no me quedo ni muerta.

el hotel de las duchas rotas

lunes, 14 mayo 2018. No sé dónde estoy. A ratos parece un hotel y a ratos un edificio en obras. Voy a las dichas, pero a unas les falta la propia ducha, a otras el agua ya otras todo. Además, unos albañiles no dejan de entrar y salir. Salgo a la calle. Todavía no ha amanecido. Me siento feliz mientras camino por calles vacías. Aparece un cubo con abrigo largo y muleta. Me amenaza. Me fijo en que yo llevo un brazo escayolado. Le advierto que mi manejo de la escayola es legendario. Me echo a reír cuando me oigo decir legendario. No sé volver al hotel de las duchas rotas. Le pregunto a una chica que a su vez me pregunta si me gusta la ciudad. Le digo que sí. Se burla de mí, dice que es la ciudad más fea y aburrida del mundo.
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Tengo que comprar regalos para toda la familia. Pienso que los regalos son un invento estúpido y esta vez regalaré cosas prácticas. Busco unas toallas para mi madre. Alguien me dice que están al fondo de la tienda. La tienda está muy desordenada. Al fondo hay una habitación vacía con un armario empotrado. Dentro hay moldes de silicona para hacer cubitos y especieros de plástico.

carrito de abono

viernes, 11 mayo 2018. Mi madre quiere que la acompañe al jardín militar. Lleva un carrito de la compra con lunares morados, muy feo y muy roto. Le pregunto de dónde lo ha sacado. Es el carrito del abono, dice. Cuando llegamos, saca abono a puñados y lo va echando a los setos que rodean los parterres. Y ahora acompáñame a la policía, dice. Quiere que le paguen lo que le ha costado el saco. Pienso que la tomarán por loca y prefiero esperarla fuera. Al rato sale contentísima. Mira, me han dado 92 euros. Pero si el saco tenía el precio y sólo costaba 9,80. Es que no me acordaba cuánto me había costado y he dicho un número al tuntún.

luz circular

miércoles, 9 mayo 2018. Se supone que es la casa de mis padres, pero no se parece en nada. Las habitaciones están alrededor de una terraza con plantas que trepan para dar sombra. Eso hace que todo tenga una luz perfecta. Llaman al timbre. Es él, dice mi madre muy contenta. Oeste entra con un libro en la mano. Es tan alto que tiene que doblar la espalda para que pueda abrazarlo y, aun así, tengo que ponerme de puntillas. Nos sentamos en la terraza. Mi hermana se asoma por una ventana, dice que se va a la cama y que no hagamos ruido. Suena el móvil, Oeste da vueltas por la casa, alrededor de la terraza mientras habla.

dorayakis de brasero

lunes, 7 mayo 2018. Ruedan una escena de la serie "Dinastía" a la puerta de Carrasquilla, frente a la casa donde vivía de niña. Linda Evans parece realmente enamorada del hombre al que besa. Intento esquivarlos para poder entrar en la tienda de Carrasquilla. Evans deja a su amado y entra conmigo. Nos sentamos al rededor de una mesa camilla que hay en un roncón de la tienda. Pongo un cucharón de masa de dorayakis sobre el paño que cubre la mesa. Me parece que va a tardar un poquito porque el brasero no está suficientemente caliente, le digo con la mirada. Ella asiente con una sonrisa como sólo lo haría una estrella de Hollywood.

talla pi

viernes, 4 mayo 2018. Busco un sujetador entre cientos que hay en unas perchas. Todos son iguales, todos me parecen pequeños. No encuentro nadie a quien preguntar. Todos tienen aros, pero no medio, sino una circunferencia completa. Por fin encuentro uno de mi talla. al mirar la etiqueta, veo que es la talla pi.

traidores

jueves, 3 mayo 2018. Unos chicos con pinta de perro-flauta son los encargados de entregar un premio. El premio consiste en unos gorros de lana y tela muy mal hechos y muy sucios. Aún así me pongo el mío como todos los demás y les doy las gracias. Después hablan de tomar algo en una azotea. Desde allí puedo ver mi casa. Está encendida. Veo a Alberto, Mariángeles y Salud sacando libros de la estantería y metiéndolos en cajas. Pienso que aprovechan que yo no estoy para librarse de mis libros. ¡Traidores!, les grito, pero no pueden oírme. La azotea se ha convertido en el patio de la casa de mi abuela. Hay cientos de copas y platos sucios. Hay gente cansada que dormita por los rincones. Recojo todo lo que puedo y lo voy acumulando en la cocina. Mi abuela va pasándome copas con cuidado para que no se rompan y yo las friego con mucho tiento. Cada vez que aclaro una copa, al dejarla en el escurridor, se convierte en un puñado de cubiertos de postre. Mi abuela y yo nos miramos algo sorprendidas, pero no decimos nada y seguimos con nuestra tarea.

intuición

miércoles, 2 mayo 2018. Parece que estamos en un colegio mayor. Tengo que arreglarme para ir a clase, pero no encuentro mi ropa. Salgo a toda velocidad hacia unos grandes almacenes. Están a punto de cerrar. Subo y bajo escaleras mecánicas para nada. Una vez en la calle, pienso que quizás Eduardo pueda ayudarme, pero no recuerdo su teléfono ni sé dónde vive. Camino por la calle mirando cada casa, esperando que la intuición o la suerte me lleve hasta él.

vueltas felices

martes, 1 mayo 2018. Joan da vueltas como un derviche en una plaza con adoquines. Se le ve feliz. A cada vuelta se va haciendo más y más grande. Me alegro tanto de verlo, que me abrazo a él y quedo colgada de su cuello. ¿Te acuerdas de aquello que hablamos de las bocas blandas?, ¡pues eras tú!, le digo como si hubiera descubierto algo importantísimo, y seguimos dando vueltas.

sonámbulo

domingo, 29 abril 2018. Duermo en el que fue mi cuarto en la casa de mis padres. Salvatore me despierta, dice que Alberto ha vuelto a marcharse. En el sueño consta que cada noche sale a pasear sonámbulo. No sabemos si seguirlo o dejarlo que vuelva cuando quiera. Tememos que cualquier noche le pase algo. La casa de mis padres se convierte en una sola habitación enorme llenad e trastos. Mire donde mire hay basura acumulada, muebles rotos. Sobre la mesa hay varios peines y cepillos lleno de bolas de pelo. Intento poner orden, busco un cubo para tirar cosas y al mover una caja, una rata sale corriendo y se esconde detrás un montón de ropa sucia. Me vuelvo a Salva y le digo con gestos que era una rata de medio metro. Mi madre dice que nos es para tanto. No quiero echarle la bronca. Le digo: Sé quién tiene la culpa, no te preocupes, pero sería más fácil prenderle fuego a todo.

palmada

jueves, 26 abril 2018. Parece una reunión de vecinos. Una chica es capaz de hablar dejando la boca abierta, sin mover los labios. Nadie parece darse cuenta. No sé de qué hablan. Un chico se sienta a mi lado. Como si me hubiera echado mucho de menos, me tiene abraza toda la reunión, otro se sienta delante de mí, y me agarra y acaricia el pie. Quiero irme. Alguien da una palmada y todos salen a fumar a un patio. Veo pasar a dos compañeras de colegio a las que no veo hace siglos, pero no se paran a saludar cuando pasan a mi lado. Quiero irme de allí cuanto antes. Al salir a la calle no sé dónde estoy. Intento buscar en el móvil el horario de algún autobús que me lleve a casa. La chica que hablaba con la boca abierta, dice que tiene fotos mías en su álbum digital. ¿No te importa?, pregunta. No, le digo alejándome.

el peso del mundo

martes, 24 abril 2018. Llego a casa de mis padres, la puerta no abre ni cierra bien. Una de mis tías tiene un libro de Peter Handke en la mano. ¡Es peor que Mao!, grita mientras me persigue con él como si fuera un martillo. Intenta pegarme con él. De repente veo la figura de un hombre al final del pasillo, le hago gestos a mi tía para que salgamos de casa. No entiende mis gestos, sigue despotricando. Consigo escapar de los dos, pero cuando estoy cerrando la puerta, no encaja bien, el hombre la abre desde dentro y me agarra de la muñeca.

color avellana

lunes, 23 abril 2018. Veo a los lejos a Isabel María y a Nené en la puerta del Sagrario. Parece que hayan improvisado una lectura de poemas. Me llaman la atención los zapatos de Isabel María, color avellana. Me suena el móvil, es Nené, me pregunta si voy a ir. La saludo con la mano, me ve y se ríe. Mientras camino hacia ellas me cruzo con mi prima Cristina. Es una niña. Me pregunta qué veo señalando la torre de la catedral. Está cubierta de vegetación. Un árbol, respondo. Se enfada muchísimo.